sábado, 20 de enero de 2018

Pinceladas de Audrey, por Frank Sinatra.

Frank y Audrey. Buena pareja, nunca realizada
Supongo que todos hemos habitado la madrugada, al menos una vez, cuando es un globo naranja que va hinchándose de hastío, ante la barra de un bar atestada de algazara humana descontrolada y carente de sentido, ante un semi-vacío vaso de vacío engrudo repleto de instantes mezclados con bourbon, un toque de naranja y una sacudida maestra de algún experto Joe, barman hasta el amanecer, hasta la muerte, hasta la inoportuna hora de cierre. Y entonces alguien habla de una vaguedad, de una ciudad inventada de nombre enfangado; inhóspito poblacho al que, sin embargo, ha contado y cantado la voz siempre reconfortante de Sinatra. Entonces pedimos un taxi a "Watertown", una canción de "September of my years" o, simplemente, pedimos poder hablar tranquilamente de Frank Sinatra hasta el amanecer, sin ruido de fondo. Quizá escuchar una canción. Parece pedir demasiado. Pero, de repente, ocurre el milagro. El a veces sorprendente y siempre solícito Joe, que ni siquiera se llama Joe, ha seleccionado en el reproductor musical "Lady day" y todo cobra sentido. Puede ser en el Boada's de Barcelona, a la una y media de la madrugada o quizá en el Chicote de los cincuenta (No, no en la birria de parque de atracciones en el que se ha convertido ahora, ese lugar de moda para los fáciles esnobs de la fácil burguesía del bobalicón siglo XXI) o puede ser Helsinki, La Habana, por supuesto Nueva York, Roma, Tombuctú, Tianjin o Brisbane pero, indefectiblemente, cuando surge Sinatra, la mediocridad abandona el lugar, arrastrándose, por la puerta de atrás. De nuevo su voz, como por arte de magia negra (that old black magic), por unos instantes, permite que huyamos de nuestras desordenadas vidas hacia ese lugar reconocido y confortable.

Mismo efecto, aunque de otra manera, conseguían en pantalla actores como Cary Grant, David Niven, Humphrey Bogart, Henry Fonda. Actrices como Grace Kelly, Gene Tierney, Barbara Stanwyck, Lauren Bacall, Ava... Pero de manera inusual, lo conseguía siempre Audrey Hepburn. Incluso como pordiosera, al comienzo de My fair lady, consigue llenar la pantalla de belleza y luz, a través de la mugre aportada por el equipo de caracterización. Me ocurre muy a menudo y no tiene una sencilla explicación. Cuando escucho "Moon river" en voz de Sinatra, no imagino a Audrey Hepburn en "Breakfast at Tiffany's". Escucho una tonada triste que cuenta historias de vidas naufragadas, de amigos imaginarios, literarios, de ficción; escucho soledad. En cambio, si Sinatra interpreta "The way you look tonight", se me aparece irremediablemente Audrey Hepburn; se me aparece ella, en todas sus películas pero, sobretodo, en "Roman Holiday".
Romanoff, Audrey Hepburn, Frank Sinatra y Mel Ferrer
Dean Martin abraza a Audrey Hepburn. Shirey McLaine hace lo mismo con Sinatra.  
Existe un libro de esos en que las fotografías parecen más importantes que las palabras y se titula "Cómo ser adorable, según Audrey Hepburn". A pesar de estar lleno de citas de Audrey y de personas que la han conocido dando su opinión, el librito en cuenstión está firmado por Melissa Hellstern. Desde luego, el contenido fotográfico es maravilloso. Sobretodo, sus fotografías en blanco y negro. Pero es en este libro que podemos encontrar la definición que hizo Sinatra sobre Audrey: "Es la clase de mujer que sabes que a tu madre le encantaría, la clase de mujer con la que construyen musicales de éxito."

Audrey Hepburn, en su vida privada, solía preguntar por las tardes: "¿Te escandalizaría que me sirviese un poco de whisky? Es muy temprano, lo sé, pero en alguna parte del mundo deben de ser las seis en punto". ¿Cómo va a caer mal alguien así?. Audrey, aunque no muy asidua, mantenía una relación de amistad con Frank Sinatra y por extensión, con todos los componentes del Rat Pack, especialmente, con Dean Martin. Una de las aficiones del Rat Pack era poner motes a las celebridades. Para ellos, Audrey, era "La Princesa". Con esta última curiosidad me despido hoy. Antes hemos hablado de la canción "Lady day", del más que interesante álbum "Watertown". En realidad es una canción dedicada a Billie Holiday pero hoy la publico para recordar a Audrey Hepburn. Escuchemos esta melodía y dejemos nuestras vidas programadas, aunque sea por un instante, huyendo de la mediocridad, a través de la voz de Sinatra, a través del swing que bailan los blancos zapatos de Fred Astaire, a través de la rutilante estela que ha dejado al pasar Audrey Hepburn. Ha pasado un ángel.



NOTA: "Lady day" es una canción compuesta por Bob Gaudio e inspirada en Billie Holiday que, precisamente, era dueña de este apodo. La canción fue grabada en dos ocasiones por Frank Sinatra. La grabó para el álbum "Sinatra & Company" y la volvió a registrar, en una versión acortada para el álbum "Watertown" como epílogo a este disco-historia conceptual. Sinatra no debió estar conforme con esta segunda versión pues en el LP original no aparece Sin embargo, se recupera para la versión en CD.

4 comentarios:

  1. Gracias por un texto tan sugerente como el que nos regalas, Marcos, que nos hace paladear el sabor triste de la madrugada, del buen cine y de la maravillosa música de Sinatra. Lady Day es una canción encantadora y llena de blues, que no desentonaría en ningún álbum de Sinatra, aunque éste pensara que no engarzaba bien con la enigmática atmósfera de "Watertown". Pero como cierre de tu poema en prosa luce como una gema, Marcos. Un abrazo.

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    1. Gracias por tu visita, amigo José Antonio. Creo que "Lady day" es uno de esos temas desconocidos de Sinatra que, por ello, resultan más interesantes. Y muchas gracias por lo de poema en prosa. Un fuerte abrazo.

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    2. Precioso texto para una maravillosa mujer...nos llevas a un pasado no muy lejano, lleno de lirismo swing, baladas y blues, tan idealizado y al que nos gusta volver una y otra vez... en éste espacio lo tenemos fácil.;)

      Un abrazo

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    3. No tan lejano, aunque lo parece. Creo que me quedé viviendo en él jeje. Gracias por pasar, Abril. Abrazos

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