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domingo, 6 de enero de 2019

Frank Sinatra consolida amistades

Dean Martin, Sammy Davis Jr y Frank Sinatra en una de sus imágenes más icónicas
Cotidianamente contacto con diversas personas que, como yo, profesan una incondicional admiración por Frank Sinatra. Habitualmente, esta conexión termina en una amistad que, ya desde su punto de partida, es consolidada y perdura en el tiempo. Una rara especie de lealtad debe afectarnos a todos los sinatristas desperdigados alrededor del mundo pero, sin duda, esta actitud no es ajena a la propia actitud que nos contagia nuestro idolatrado Frank. Él también supo de amistades consolidadas. De hecho, la lealtad era uno de los aspectos que sus amistades más destacaban en su personalidad.
Tres décadas separan una y otra imagen pero persiste la risa, la conexión, la amistad.
Con emoción recibí hace ya un tiempo la carta de mi amigo Francisco Machuca que, desde Mataró, me hacía llegar unas fotografías del día en que nos conocimos personalmente con motivo de una presentación literaria en la ciudad de Zaragoza. Y remarco personalmente pues, efectivamente, ya nos habíamos encontrado y conocido bien en esa red que se tejió durante un buen tiempo y vino a llamarse blogosfera. Es decir, el espacio donde todos los bloggers intercambiábamos opiniones, comentarios y jugosas conversaciones. Parece que los blogs ya no están de moda y es que la palabra tampoco lo está. Creo firmemente que la Humanidad camina hacia un futuro en que la comunicación se realizará mediante emoticonos. Y entonces, aún habremos perdido más de lo que se ha perdido en la actualidad. Ya no será un lenguaje analógico. Literalmente, ya no habrá lenguaje. La obsesión por la prisa y la impaciencia ha sido el caldo de cultivo del tweet. La sensación de tener el mundo entero a un clic digital nos ha convertido en estúpidos poderosos. Pero, probablemente, estamos creando un mundo fugaz que se devorará a sí mismo de inmediato. En cualquier caso, retomando el encuentro con Machuca, que fue posible gracias a nuestro amigo común Alfredo Moreno (a quien, por cierto, a pesar de compartir ciudad, también conocí antes por blog que personalmente), quisiera destacar que la totalidad de nuestra conversación, aquel primer día, consistió en la música de Frank Sinatra. No su vida. No sus películas. Sus canciones. Especialmente, sus canciones más tristes y desesperadas. Mantuve con Machuca una de las conversaciones más mágicas y amenas que recuerdo. La total conexión fue inevitable y directa. Hoy, de ese encuentro, han pasado ocho años y medio. Cada vez que rencuentro a Machuca sus palabras son las mismas: "Cuánto tiempo. Pero, ¿sabes una cosa?. Sinatra, cada día canta mejor". Machuca y yo no solo mantenemos el contacto sino que siempre que coincidimos (y coincidimos, debido a las distancias territoriales, menos de lo que quisiéramos) repasamos con deleite la obra y milagros de Sinatra y la última canción de su discografía que hemos descubierto. Porque Sinatra (y el aficionado entenderá bien mis palabras) es un descubrimiento continuo e inagotable.
Dean Martin, SAmmy Davis Jr y Frank Sinatra.
En cualquier caso, el texto que me hizo llegar mi amigo bien merece ser compartido en el blog de Sinatra, así como las fotos donde aparecemos ochos años atrás. A continuación podemos disfrutar de este artículo escrito por Francisco Machuca.

-Tiene que ser una maravillosa cena para dos. Quizá no probemos bocado, pero ha de ser maravillosa.
-Entendido, barón.
-Y, camarero...
- ¿Sí, barón?
- ¿Ve esa luna?
-Perfectamente, barón.
-Quiero esa luna en las copas.
-Sí, barón. (Apuntando.) La luna en las copas.

Un ladrón en la alcoba, de Ernst Lubitsch


Marcos y yo compartimos aquellos días dorados de las big bands, los días de formaciones de músicos perfectamente trajeados que se levantaban de la silla y coreografiaban con elegancia el movimiento de sus saxos, trompetas y clarinetes. Marcos sabe tan bien como yo que nuestro amado Frank Sinatra se acercó una noche a la sala Roseland, meca del bebop de los años cuarenta, situada en la calle 52 de Nueva York. Sobre el escenario, el gran Tommy Dorsey, el sentimental gentleman del swing, al frente de su banda. Nuestro querido Frankie quedó fascinado con la técnica de Dorsey tocando el trombón. Parecía que no paraba nunca a tomar aire, parecía capaz de estar 16 compases sin respirar: ¿cómo demonios lo hacía? Al trabajar años después en la orquesta de Dorsey consiguió descubrir el truco. "Y aprendí a tomar aire por la comisura de los labios. A veces en medio de una palabra, entre las sílabas". Su obsesión era que al cantar no se notara que estaba respirando.

Marcos y yo compartimos un producto para fetichistas. Para sinatristas fetichistas: Frank Sinatra, el álbum, libro que recoge fotos de la vida de La Voz, testimonios familiares, facsímiles y un disco con entrevistas y rarezas varias. Intercaladas entre las páginas del libro, 13 bolsitas de papel traslúcido. En cada una de ellas, una colección facsímiles que dan testimonio de los episodios de la vida de la gran voz de la música popular del siglo XX: reproducciones de una carta escrita a Cary Grant que firma como Francis Albert, que así firmaba cuando escribía a sus amigos. Marcos firma con su nombre, lo sé porque el otro día recibí su carta redactada con elegancia y poesía. Gracias Marcos. En la entrevista con la WNEW, Sinatra desentraña algunas claves del proceso de educación de su voz. La música clásica también le inspiró para crear su inconfundible estilo. Se iba planteando retos. La capacidad de violín de Heifetz, al que vio en el Carnegie Hall, para ejecutar una nota desplazando el arco de arriba abajo sin interrupción alguna le llevó a intentar hacer lo propio con su voz. Las piscinas públicas de Nueva Jersey fueron el lugar al que acudía a bucear para ampliar su capacidad pulmonar. Manda huevos, mi querido Marcos. Menudo tío. Eran otros tiempos. El joven Sinatra escuchaba atentamente los fraseos del saxo de Lester Young, la intensidad emocional de Billie Holiday, las síncopas y el tempo de Bing Crosby. Menuda gente. Marcos, mejor nos ponemos un sombrero ladeado y nos vamos de copas. Extraños en la noche.

"Mi padre no cantaba mucho en casa", cuenta su hija Nancy. "No le oía cantar en la ducha. (...) Silbaba a menudo, y de cuando en cuando hacía `mi mi mi´ para comprobar el estado de su garganta". Frankie dijo una vez: "Me gustaba grabar a altas horas de la noche. Cuando más tarde, mejor. Mi voz no está hecha para usarse de día".

Ya sabes, mi querido Marcos, que Sinatra era un tipo canalla y elegante, como canallas y elegantes eran sus requerimientos a la hora de ocupar la suite de un hotel. En uno de los facsímiles se reproducen las exigencias del artista, remitidas por carta mecanografiada al hotel Ballys de Las Vegas el 8 de febrero de 1988. En letras mayúsculas, una exigencia:"Asegurarse de que las cortinas no dejen que pase un rayo de luz cuando estén cerradas". A continuación, el listado de elementos imprescindibles para su estancia: una nevera; papel higiénico de marca (color crema); abundancia de paquetes kleenex, diseminados a lo largo y ancho de la habitación; papeleras extra repartidas por la estancia; toallas de la mejor calidad (tono crema); siete almohadas de pluma; bombillas de 100 vatios de potencia; cuatro humificadores... Para comer, abundancia de frutas y crakers; salami de Génova, prosciutto y pan italiano, y caramelos Life con sabor a cereza. En cuanto al bar, agua de Evian, whiskys Jack Daniels y Cutty Sart, además de soda, vodkas, ginebras y una botella de tequila Cuervo Gold.

Menudo tipo, Marcos y, luego cantaba I've got you under my Skin como nadie. El monólogo inédito que pronunció Sinatra poco después de cumplir los 50 sobre el escenario del hotel Sands de Las Vegas es una de esas perlas del CD que acompaña el libro. En él despliega sus dotes de cómico, las que cultivó durante los años de la radio, los que elevó a la categoría de arte flanqueado por Sammy Davis Jr. y el querido Dino (un guiño para Kine), sus colegas del célebre Rat Pack. "Tuve una infancia normal", cuenta en tono de broma a los que esa noche asistían al show, "cuatro agujeros en la cabeza y seis cicatrices en la cara; ya sabéis, la típica adorable infancia en un barrio deprimido". Inflexiones de tipo canalla, alusiones de las noches locas. Sinatra se despide: "Señoras y señores, me gustaría dejarles con una reflexión: las personas que no beben me dan pena por eso; porque, cuando se levantan por la mañana, el día que tienen por delante sólo puede ir a peor".

Y eso lo sabemos Marcos y yo. Beber un buen 
cocktail hacia la medianoche nos susurra al oído cosas de un tiempo pasado que nos descubre, a cada sorbo, que una gran parte de lo auténticamente moderno siempre viene de atrás.

Francisco Machuca


Con Francisco Machuca en 2010

viernes, 31 de agosto de 2012

If you are but a dream: Frank Sinatra, Woody Allen, Mia farrow y "Días de radio"

Frank Sinatra y Mia Farrow, durante su fugaz matrimonio


Además de la fascinación por Nueva York puede que el único nexo de unión que encontremos entre Woody Allen y Frank Sinatra sea Mia Farrow. Fuera de estas coincidencias, lo cierto es que director y cantante tenían muy poco que ver. De hecho, Sinatra y Allen sólo coincidieron una vez, vía teléfono. Cuando salió a la luz el conocido drama familiar entre Mia Farrow y Woody Allen, a causa de la relación del director con la hija adoptiva de ambos, Soon-Yi, Frank telefoneó a Mia para interesarse por ella, por si necesitaba algún tiopo de apoyo (Mia farrow y Frank Sinatra siguieron teniendo una buena amistad, después de romper su relación matrimonial) Aunque Mia Farrow le dijo que no necesitaba nada, Frank telefoneó acto seguido a Woody Allen para decirle: No sé qué demonios está pasando aquí, pero te estoy vigilando; sólo quiero que lo sepas. Y al parecer, este fue el único contacto entre cantante y director. Poco podemos sacar en claro de esta historia excepto que Mia farrow no tuvo mucha suerte con estos dos maridos. Pero lo importante de esta entrada es la película Radio days (para ver reseña donde se detiene el tiempo). Para una escena inolvidable de esta película en la que el protagonista Joe pasea por primera vez por el Radio City Music Hall, Woody Allen elige la canción If you are but a dream cantada por un jovencísimo Frank Sinatra, como colofón para una escena estéticamente perfecta. Frank grabó esta canción junto a la orquesta de Axel Stordahl y podemos ver el video a continuación:



IF YOU ARE BUT A DREAM - FRANK SINATRA - 1944 from Maynardcat-2 on Vimeo.
Woody Allen y Mia Farrow, 1980

Cambiando de tercio, recomiendo el post titulado Esta noche que Francisco Machuca ha escrito en su blog El tiempo ganado sobre el álbum de Frank Sinatra September of my years. Para leerlo aquí

domingo, 10 de julio de 2011

Frank Sinatra en el cine: El regreso a la cumbre, por Francisco Machuca

Frank Sinatra, entre Donna Reed y Mercedes McCambridge, después de recibir el Oscar por De aquí a la eternidad. Donna Reed también sostiene el suyo

Francisco Machuca, escritor autor del blog El tiempo ganado y Sinatrista empedernido, nos deja a petición mía, una auténtica perla donde analiza la carrera cinematográfica de Frank Sinatra con un texto tan espléndido como sólo él es capaz de concebir:



El regreso a la cumbre


Dejado en la cuneta por las compañías discográficas, olvidado por Hollywood e incluso menospreciado por sus agentes, Frank Sinatra empezó a ser el gran "has been" de principios de los 50. Pero un único papel cinematográfico le volvió a situar en el lugar que siempre le había correspondido; es decir, en la cumbre.
A mediados de los 40, Frank (nacido en 1915) era el rey indiscutible de los hits parades. El antiguo vocalista de la orquesta de Tommy Dorsey se había convertido en "La Voz", en un triunfador acosado en todas sus apariciones por hordas de fans en escenas de histeria sólo superadas por la de la beatlemania de veinte años después.
Como es lógico, Hollywood se fijó en él. En 1943, la RKO le había ofrecido su primer papel como protagonista en Higher and Higher, una comedia ligera en la que se limitó a interpretarse a sí mismo, cantando composiciones de éxito, como This Is a Lovely Way to Sped an Evening, y diciendo los diálogos con seguridad y encanto. Sus cualidades como actor se vieron confirmadas al año siguiente por Step Lively y por la más espectacular Levando anclas (1945), la primera película de Frank para la MGM, estudio en el que rodó varios títulos más.
No obstante, y por sorprendente que pudiera parecer, a finales de la década la estrella de Sinatra comenzó a desvanecerse. Las baladas que solía interpretar se vieron suplantadas por músicas más rítmicas y, en consecuencia, descendieron tanto los discos que vendía como su cotización y status dentro de Hollywood. Por si fuera poco, las afirmaciones a la prensa en relación con sus conexiones mafiosas perjudicaron considerablemente su imagen.
Frank había intervenido en uno de los grandes musicales de la postguerra y de todos los tiempos, Un día en Nueva York (1949), pero sólo como un miembro más del numeroso equipo artístico de la película, encabezado por Gene Kelly, que se convirtió gracias a este título en una de las gemas más preciosas de la corona de la MGM. Mientras tanto, Frank se veía condenado a intervenir en producciones modestas de estudios de segunda fila, como la RKO y la Universal.
Frank parecía encontrarse en el fondo del pozo, pero todavía tenía una carta guardada en la manga. Gracias a su perseverancia y a ofrecerse a no cobrar prácticamente nada, consiguió convencer a los directivos de la Columbia de que le dejase interpretar el papel del soldado Maggio en la versión de la novela de James Jones, De aquí a la eternidad (1953). Su actuación fue una verdadera revelación. Al lado de interpretaciones tan impresionantes como las de Burt Lancaster, Montgomery Clift o Deborah Kerr, Frank no desmereció en su papel del apocado y leal Maggio, que encuentra un trágico final a manos del sádico "Fatso" Judson, interpretado por Ernest Borgnine. Su interpretación le valió el Oscar al Mejor Actor Secundario y revitalizó su carrera como actor, lo que repercutió también sobre su carrera como cantante. Su colaboración con el arreglador y director Nelson Riddle dio lugar a varios memorables discos a mediados de los 50, de los cuales el más famoso fue Song for Swingin Lovers.
No obstante, y tras su triunfo como el infeliz Maggio, Frank consagró buena parte de su energía profesional al cine. Entre De aquí a la eternidad y 1960, interpretó 15 películas y apareció como estrella invitada en otras dos. Frank había dado ya pruebas de sus condiciones de actor antes de trabajar en ella. Aunque las comedias musicales que interpretó a lo largo de los 40 habían dado una imagen desdibujada de él. En Suddenly (1954), un modesto pero conseguido thriller. Johnny el cobarde (1956), su primer western. El hombre del brazo de oro (1956),sin duda alguna su mejor interpretación en donde hacía el papel de drogadicto sometido a una terrible cura de desintoxicación. La carrera de Frank durante los años 50 tuvo aspectos más amables, ejemplificados por sus musicales y comedias ligeras. El solterón de oro (1955), Ellos y ellas (1955). Alta sociedad (1956). Pal Joey (1957), que incluía el memorable número musical The Lady is a tramp (un guiño para Marcos),y, Como un torrente (1959)
A comienzos de los 60, Frank se había convertido en una gran figura que pesaba mucho dentro de la industria del espectáculo. Su popularidad como cantante (quizá el mejor de todos los tiempos) permaneció inalterable, e incluso aumentó; y sus películas, sobretodo aquellas en las que se rodeó con los miembros de su panda (Dean Martin, Sammy Davis, Peter Lawford, entre otros).
El magnífico thriller El mensajero del miedo (1962). Coronel Von Ryan (1965). Hampa dorada (1967), su retrato del lacónico detective privado de Florida contenía ecos nostálgicos de sus películas de los 50. Entre este título y su secuela, La mujer de cemento (1968), en la que encarna a Tony Rome, Frank intervino en El detective (1968),que contiene la última interpretación cinematográfica de este actor digna de ser recordada.

Francisco Machuca

Frank Sinatra recibe el Oscar al mejor actor secundario por De aquí a la eternidad:
Frank Sinatra winning an Oscar for From Here to Eternity

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Frank Sinatra con un Oscar honorífico posterior


martes, 21 de septiembre de 2010

Un regalazo en el blog de Francisco Machuca

Francisco Machuca ha dedicado un texto a Sinatra y con mucho cariño a mi persona. No tengo palabras suficientemente grandes para el agradecimiento que ahora mismo siento. A Franciosco Machuca le dedico este video que siempre para nosotros será eterno. Así comenzaba Sinatra en la década de los sesenta sus recitales: