martes, 15 de septiembre de 2015

Frank Sinatra anti taurino

Ava Gardner, color capote, quizá ya pensaba en Mario Cabré. Sinatra viste de... azul perplejo

No se trata de ninguna hipótesis que Frank Sinatra, en su odio visceral a España, incluyó también la animadversión hacia la tauromaquia. No es de extrañar que todo este sentimiento proceda y probablemente se reduzca a la tormentosa relación que el cantante mantuvo con Ava Gardner y los escarceos que esta llevó a cabo en España con el torero Mario Cabré. Pero sí es reseñable que, mientras otros compatriotas consideraban el toreo poco menos que un exótico arte procedente de la cultura española (Ernest Hemingway, Orson Welles o la propia Ava Gardner) Frank Sinatra confesara a Cary Grant (compañero de rodaje en España para la película Orgullo y pasión) estas palabras, tras tener una discusión con un botones del hotel donde se hospedaban: "En este país de mierda son unos bestias. No tienes más que ver lo que hacen con los toros" De manera que probablemente aquí tenemos una de las primeras expresiones anti taurinas procedentes de un norteamericano. Así que no podemos imaginar lo que Sinatra diría al ver la violencia que hoy mismo se ha perpetrado en Tordesillas contra un toro, en la animalada llamada Toro de la Vega, una actividad que todavía en nuestro país hay quien la considera de ámbito cultural. Sí, en España nos va a costar evolucionar más de la cuenta.
Ava Gardner acompaña a Frank Sinatra al estadio de los Yankees
Años más tarde, Ava Gardner prefería los toros
Nada más que una anécdota representa la grabación de la canción Nothing but the best en 1962 pero probablemente a Frank Sinatra no le hizo ni pizca de gracia acometer una de las estrofas escrita por el letrista Johnny Rotella que, de nuevo, aludía a España y al toreo, como algo exótico. Sinatra canta "I like to see bullfights in sunny old Spain" y parecía que con ello daba voz en la canción a Ava Gardner. De hecho, es posible notar cierto tono burlesco en la voz de Frank, al llegar precisamente a esa frase. La escuchamos:



Cuando Frank Sinatra viajó a España durante la dictadura franquista fue por obligación (rodajes) o por obsesivo amor (Ava Gardner) pero nunca por placer. De hecho, cuando pisaba suelo español, ya estaba deseando marcharse. En España tuvo altercados con la Guardia Civil, con el Cuerpo Nacional de Policía (llegó a estar en el calabozo). Desafiaba constantemente al régimen franquista, una dictadura que no entendía ni soportaba (escupía a los retratos de Franco, ante la indignación del dueño del hotel de turno) y su marcado caracter enérgico se tornaba con los periodistas españoles más violento que de costumbre, llegando a agredir a un par de ellos al preguntarle por las relaciones que Ava Gardner mantenía con Mario Cabré.
Frank Sinatra desayuna en Tossa de Mar. Seguramente, no se quedaría a comer.
No es de extrañar, entonces, que el escritor José Luis Ordoñez en su relato "A su manera" para el libro "Palabras para un toro sin voz", ofreciera una imagen de Frank Sinatra radicalmente antitaurino, imaginando una situación ficticia, que bien hubiera podido ser real, con Ava y Frank, en la España de la década de los cincuenta. Por extensión y por respeto al autor y a su obra, no reproduciremos aquí todo el relato pero sí un fragmento del comienzo:

A su manera



Francis trató de recordar uno de los últimos combates de Sugar Ray Robinson, pero todo le parecía tan lejano como un sueño, porque había abandonado en Estados Unidos para sumergirse en la vieja Europa. 

- Me encanta este sitio -exclamó Ava, eufórica.
-Te encanta porque desde aquí ves el mar.
-Sí -respondió ella, con esa sonrisa que lo había enamorado al principio, marcando los hoyuelos en la cara, afianzando la expresión de mujer bella y poderosa-. Me gusta el mar.

Francis se revolvió incómodo en su silla.

- Y... ¿te gusta algo más?
- Me gusta que estés sano -esclamó ella, sorprendida ante la delgadez que marcaba sus pómulos-. Pero, ¿tú te has visto?
- A diario, cariño.
- Estás muy flaco. La cara, Frank, se te nota en la cara.

Francis supuso que tenía razón. Después de todo, las preocupaciones no se podían ocultar. Había tratado de no sacar el tema desde su llegada, pero ya era inevitable, aunque fuese a riesgo de estropear aquella estupenda comida en la que ya habían bebido lo suficiente como para decirse las cosas a la cara.

-¿Qué hay entre ese tipo y tú? -preguntó, y entonces la expresión de su rostro se marcó aún más-

Ava lo miró y después mantuvo un silencio que pareció acomodar las palabras que él acababa de pronunciar.

-Está en todos los periódicos -insistió él, e hizo un gesto de desprecio contenido; aunque se esforzaba por no darle una excesiva importancia (por algo había mantenido el tema al margen desde que había llegado en el avión y después durante el trayecto en coche y la comida), empezaba a ser evidente que no podía ocultar la verdad de lo que pasaba en su interior.

- Ah, ¡la prensa! -Ava esbozó de nuevo aquella sonrisa maravillosa y dejó que su mirada se volviese a pasear por el mar Mediterráneo-. Ya sabes cómo son, Frank.

Él se rió. Intentó quitarle importancia al asunto. Después de todo, no podía controlar las veinticuatro horas a aquella mujer. Debía confiar en ella.

-Así que no ha pasado nada con esa maldita bola de grasa -exclamó él, tratando ahora de darle un tono jocoso, esbozando un amago de sonrisa.

-¿Te refieres a Mario?

Mario. Mierda. No le gustaba cómo sonaba aquel nombre en los labios de ella. No podía evitarlo. Se sentía celoso. Unos celos que habían empezado tiempo atrás, en el transcurso del rodaje de "Pandora y el holandés errante", cuando los primeros rumores cruzaron el Atlántico

-Sí, al torero ese -respondió él despectivamente.

-Es todo un invento de la prensa, cariño. Ya sabes que estas cosas venden.


Sí, claro que sabía que aquellas cosas vendían...pero también sabía que a veces contenían algo de verdad. Y por eso se había plantado allí: para escuchar de labios de su musa que no había nada de cierto en todo lo que había leído y escuchado.
- ¿Te atrae, verdad? -insistió Francis, ofreciéndole a ella un cigarrillo

- Cariño, solo tú eres capaz de darme lo que quiero en cada momento -respondió Ava, se puso el cigarrillo entre los labios y dejó que él lo encendiera-

- Te atrae que sea torero, que arriesgue su vida en la plaza. Que te lo pueda dedicar.

Ava se quitó el cigarrillo de los labios y dejó que su mano lo balanceara con un estilo que a Francis le parecía único.
- A mí me gustan los toros y a ti el boxeo. Nos gusta la sangre -bromeó ella, pero entonces Ava congeló la sonrisa que tenía en el rostro, como si su propio comentario jocoso hubiese agrietado su interior.

El gesto no pasó desapercibido para Francis

-Nena, ¿estás bien?

-El otro día me contaron una historia

- ¿De nuevo tu amigo Mario? -interrumpió él.

Ava le dio una calada a su cigarrillo y continuó:

-En algunos lugares de España... existen tradiciones aún más cruentas.

- ¿Más crueles que sacar un toro a una plaza a morir?  -Francis encendió su cigarrillo y le dio una claada profunda.

Ava clavó sus ojos en él, como si  de aquella manera quisiera explicarle lo que a ella le pudiese atraer del mundo taurino.

-Hay lugares, continuó ella, donde se tortura al toro hasta matarlo. Con lanzas. Lo...lo alancean una y otra vez, una y otra vez... Así, hasta que muere.

Francis hizo un gesto de incredulidad.

-Heroico -comento-

-Y la gente lo celebra. Lo considera normal, Frank.

-Me recuerda a Hollywood -musitó él, con una mueca amarga, y le dio un trago a su copa.

-Es una... tradición. Una...fiesta

De pronto, algo resonó en la cabeza de Francis.


-¡Ah, la fiesta! Si Hemingway estuviera aquí le diría un par de cosas sobre los toros. Para empezar, no es un deporte de hombres. El boxeo sí lo es. Sobre el cuadrilátero hay golpes, hay sangre...incluso... ¡incluso puede haber muerte! Pero los dos púgiles luchan en igualdad de condiciones. Nadie sale con un par de... ¿cómo se llaman? ¿Banderillas? ¡Nadie  sale con banderillas para herir a nadie! No, nadie se las clava a uno de ellos. ¡Esa mierda no existe en el cuadrilátero!

(...)





Con esta entrada, desde este blog y personalmente, quiero mostrar el total rechazo al Toro de la Vega, perfecta muestra de cómo sigue vigente hoy en día el maltrato animal en España. La violencia contra los animales nunca será cultura. Para que exista la cultura, nadie debe sufrir.

4 comentarios:

  1. comparto su rechazo a las corridas de toros y me gustan sus canciones,pero a mi me gusta españa,me gustan las españolas,que viva españa.

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    1. Hola Jaime y bienvenido al rincón de Sinatra. Desde luego que el artículo no está dirigido en contra de España en ningún momento pero sí cuenta la idea que de nuestro país tenía Frank Sinatra, una idea que yo compartiría, a buen seguro, de haber conocido este páis durante el franquismo. Aún así, el toreo y otros tipos de maltrato animal que se practican, son un vivo ejemplo de lo atrasados que seguimos en nuestro país, en muchos aspectos. Saludos.

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  2. Afortunadamente, el "festejo" del Toro de la Vega (así lo veo yo) tiene los días contados, por lo menos en su forma actual. También las corridas de toros tienen un futuro incierto.Como bien señalas, Marcos, Frankie tenía "motivos" sobrados para odiar la llamada Fiesta nacional. De todos modos, no deja de llamar la atención el modo en que ésta llegó a fascinar a personajes como Heminguay o a la propia Gadner. Detrás de su innegable crueldad, el espectáculo taurino encierra un ritual poderoso que explica, quizá, su supervivencia y el hecho de que durante tanto tiempo haya sido el espectáculo más importante en nuestro país (hasta hace pocas décadas, los niños en la calle a lo que jugaban era ¡a los toros!).
    Como naturales de este país, en cualquier caso, agradecemos a Frank su incondicional actitud contra el franquismo, y lamentamos no haberle recibido en nuesto país como él se merecía (hasta Barcelona 1992).
    Gracias, Marcos, por esta preciosa entrada.

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  3. Amante de los animales y buen vegano-mediterraneo era Frank. Adoraba las berenjenas que le preparaba Nancy Sr. Y las pastas a la pomarola. Bsss Marcos.

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