Dean Martin, Sammy Davis Jr y Frank Sinatra en una de sus imágenes más icónicas |
Cotidianamente contacto con diversas personas que, como yo, profesan una incondicional admiración por Frank Sinatra. Habitualmente, esta conexión termina en una amistad que, ya desde su punto de partida, es consolidada y perdura en el tiempo. Una rara especie de lealtad debe afectarnos a todos los sinatristas desperdigados alrededor del mundo pero, sin duda, esta actitud no es ajena a la propia actitud que nos contagia nuestro idolatrado Frank. Él también supo de amistades consolidadas. De hecho, la lealtad era uno de los aspectos que sus amistades más destacaban en su personalidad.
Tres décadas separan una y otra imagen pero persiste la risa, la conexión, la amistad. |
Con emoción recibí hace ya un tiempo la carta de mi amigo Francisco Machuca que, desde Mataró, me hacía llegar unas fotografías del día en que nos conocimos personalmente con motivo de una presentación literaria en la ciudad de Zaragoza. Y remarco personalmente pues, efectivamente, ya nos habíamos encontrado y conocido bien en esa red que se tejió durante un buen tiempo y vino a llamarse blogosfera. Es decir, el espacio donde todos los bloggers intercambiábamos opiniones, comentarios y jugosas conversaciones. Parece que los blogs ya no están de moda y es que la palabra tampoco lo está. Creo firmemente que la Humanidad camina hacia un futuro en que la comunicación se realizará mediante emoticonos. Y entonces, aún habremos perdido más de lo que se ha perdido en la actualidad. Ya no será un lenguaje analógico. Literalmente, ya no habrá lenguaje. La obsesión por la prisa y la impaciencia ha sido el caldo de cultivo del tweet. La sensación de tener el mundo entero a un clic digital nos ha convertido en estúpidos poderosos. Pero, probablemente, estamos creando un mundo fugaz que se devorará a sí mismo de inmediato. En cualquier caso, retomando el encuentro con Machuca, que fue posible gracias a nuestro amigo común Alfredo Moreno (a quien, por cierto, a pesar de compartir ciudad, también conocí antes por blog que personalmente), quisiera destacar que la totalidad de nuestra conversación, aquel primer día, consistió en la música de Frank Sinatra. No su vida. No sus películas. Sus canciones. Especialmente, sus canciones más tristes y desesperadas. Mantuve con Machuca una de las conversaciones más mágicas y amenas que recuerdo. La total conexión fue inevitable y directa. Hoy, de ese encuentro, han pasado ocho años y medio. Cada vez que rencuentro a Machuca sus palabras son las mismas: "Cuánto tiempo. Pero, ¿sabes una cosa?. Sinatra, cada día canta mejor". Machuca y yo no solo mantenemos el contacto sino que siempre que coincidimos (y coincidimos, debido a las distancias territoriales, menos de lo que quisiéramos) repasamos con deleite la obra y milagros de Sinatra y la última canción de su discografía que hemos descubierto. Porque Sinatra (y el aficionado entenderá bien mis palabras) es un descubrimiento continuo e inagotable.
Dean Martin, SAmmy Davis Jr y Frank Sinatra. |
En cualquier caso, el texto que me hizo llegar mi amigo bien merece ser compartido en el blog de Sinatra, así como las fotos donde aparecemos ochos años atrás. A continuación podemos disfrutar de este artículo escrito por Francisco Machuca.
-Tiene
que ser una maravillosa cena para dos. Quizá no probemos bocado,
pero ha de ser maravillosa.
-Entendido,
barón.
-Y,
camarero...
-
¿Sí, barón?
-
¿Ve esa luna?
-Perfectamente,
barón.
-Quiero
esa luna en las copas.
-Sí,
barón. (Apuntando.) La luna en las copas.
Un
ladrón en la alcoba, de
Ernst Lubitsch
Marcos
y yo compartimos aquellos días dorados de las big bands, los días
de formaciones de músicos perfectamente trajeados que se levantaban
de la silla y coreografiaban con elegancia el movimiento de sus
saxos, trompetas y clarinetes. Marcos sabe tan bien como yo que
nuestro amado Frank Sinatra se acercó una noche a la sala Roseland,
meca del bebop de los años cuarenta, situada en la calle 52 de Nueva
York. Sobre el escenario, el gran Tommy Dorsey, el sentimental
gentleman del swing, al frente de su banda. Nuestro querido Frankie
quedó fascinado con la técnica de Dorsey tocando el trombón.
Parecía que no paraba nunca a tomar aire, parecía capaz de estar 16
compases sin respirar: ¿cómo demonios lo hacía? Al trabajar años
después en la orquesta de Dorsey consiguió descubrir el truco. "Y
aprendí a tomar aire por la comisura de los labios. A veces en medio
de una palabra, entre las sílabas". Su
obsesión era que al cantar no se notara que estaba respirando.
Marcos
y yo compartimos un producto para fetichistas. Para sinatristas
fetichistas: Frank
Sinatra, el álbum,
libro que recoge fotos de la vida de La Voz, testimonios familiares,
facsímiles y un disco con entrevistas y rarezas varias. Intercaladas
entre las páginas del libro, 13 bolsitas de papel traslúcido. En
cada una de ellas, una colección facsímiles que dan testimonio de
los episodios de la vida de la gran voz de la música popular del
siglo XX: reproducciones de una carta escrita a Cary Grant que firma
como Francis Albert, que así firmaba cuando escribía a sus amigos.
Marcos firma con su nombre, lo sé porque el otro día recibí su
carta redactada con elegancia y poesía. Gracias Marcos. En la
entrevista con la WNEW, Sinatra desentraña algunas claves del
proceso de educación de su voz. La música clásica también le
inspiró para crear su inconfundible estilo. Se iba planteando retos.
La capacidad de violín de Heifetz, al que vio en el Carnegie Hall,
para ejecutar una nota desplazando el arco de arriba abajo sin
interrupción alguna le llevó a intentar hacer lo propio con su voz.
Las piscinas públicas de Nueva Jersey fueron el lugar al que acudía
a bucear para ampliar su capacidad pulmonar. Manda huevos, mi querido
Marcos. Menudo tío. Eran otros tiempos. El joven Sinatra escuchaba
atentamente los fraseos del saxo de Lester Young, la intensidad
emocional de Billie Holiday, las síncopas y el tempo de Bing Crosby.
Menuda gente. Marcos, mejor nos ponemos un sombrero ladeado y nos
vamos de copas. Extraños en la noche.
"Mi
padre no cantaba mucho en casa", cuenta
su hija Nancy. "No
le oía cantar en la ducha. (...) Silbaba a menudo, y de cuando en
cuando hacía `mi mi mi´ para comprobar el estado de su
garganta". Frankie
dijo una vez: "Me
gustaba grabar a altas horas de la noche. Cuando más tarde, mejor.
Mi voz no está hecha para usarse de día".
Ya
sabes, mi querido Marcos, que Sinatra era un tipo canalla y elegante,
como canallas y elegantes eran sus requerimientos a la hora de ocupar
la suite de un hotel. En uno de los facsímiles se reproducen las
exigencias del artista, remitidas por carta mecanografiada al
hotel Ballys de Las Vegas el 8 de febrero de 1988. En letras
mayúsculas, una exigencia:"Asegurarse
de que las cortinas no dejen que pase un rayo de luz cuando estén
cerradas". A
continuación, el listado de elementos imprescindibles para su
estancia: una nevera; papel higiénico de marca (color crema);
abundancia de paquetes kleenex, diseminados a lo largo y ancho de la
habitación; papeleras extra repartidas por la estancia; toallas de
la mejor calidad (tono crema); siete almohadas de pluma; bombillas de
100 vatios de potencia; cuatro humificadores... Para comer,
abundancia de frutas y crakers; salami de Génova, prosciutto y pan
italiano, y caramelos Life con sabor a cereza. En cuanto al bar, agua
de Evian, whiskys Jack Daniels y Cutty Sart, además de soda, vodkas,
ginebras y una botella de tequila Cuervo Gold.
Menudo
tipo, Marcos y, luego cantaba I've
got you under my Skin como
nadie. El monólogo inédito que pronunció Sinatra poco después de
cumplir los 50 sobre el escenario del hotel Sands de Las Vegas es una
de esas perlas del CD que acompaña el libro. En él despliega sus
dotes de cómico, las que cultivó durante los años de la radio, los
que elevó a la categoría de arte flanqueado por Sammy Davis Jr. y
el querido Dino (un guiño para Kine), sus colegas del célebre Rat
Pack. "Tuve
una infancia normal", cuenta
en tono de broma a los que esa noche asistían al show, "cuatro
agujeros en la cabeza y seis cicatrices en la cara; ya sabéis, la
típica adorable infancia en un barrio deprimido". Inflexiones
de tipo canalla, alusiones de las noches locas. Sinatra se
despide: "Señoras
y señores, me gustaría dejarles con una reflexión: las
personas que no beben me dan pena por eso; porque, cuando se levantan
por la mañana, el día que tienen por delante sólo puede ir a
peor".
Y eso lo sabemos Marcos y yo. Beber un buen cocktail hacia la medianoche nos susurra al oído cosas de un tiempo pasado que nos descubre, a cada sorbo, que una gran parte de lo auténticamente moderno siempre viene de atrás.
Y eso lo sabemos Marcos y yo. Beber un buen cocktail hacia la medianoche nos susurra al oído cosas de un tiempo pasado que nos descubre, a cada sorbo, que una gran parte de lo auténticamente moderno siempre viene de atrás.
Francisco Machuca
Con Francisco Machuca en 2010 |
Qué gran tipo Francisco Machuca, "sinatrista" a tope, como tú.
ResponderEliminar¡UN abrazo a los dos!
Gracias por tus cálidas palabras, amigo mío. Vendrán más días de encuentros, emociones y canciones. Es lo que todavía tenemos y creo que no está nada mal.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, y otro para el amigo Ethan; uno de los mejores escritores de cine que conozco.
Un fuerte abrazo Paco. Nos veremos pronto.
EliminarUn abrazo amigo Ethan. Sí, gran sinatrista.
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