jueves, 28 de septiembre de 2017

Sinatra by Dylan

Bob Dylan y Frank Sinatra se conocieron en la década de los noventa.

Valiente, elegante, de un gusto exquisito y tan decadente como los tiempos que vivimos en la actualidad; Bob Dylan, con su insólito tributo a Frank Sinatra, parece dotar de banda sonora a la profunda crisis de valores, la profunda crisis moral y cultural que actualmente vive la humanidad. Por ello, conscientemente, Dylan elige, del repertorio más desconocido de Sinatra, las baladas más desesperadas, las horas más bajas, el momento de profunda nostalgia, blues y vapor de tren incierto. Con un criterio sensacional, escoge una colección de "penurias" y las traslada, del derroche vocal de Sinatra a su exigua voz que, sin embargo, se acomoda a la perfección en bellezas de la talla de "I'm a fool to want you" o "Why try to change me now?" hasta conseguir que críticos musicales como Neil McCormick afirme que se trata de la mejor voz de Dylan en 25 años. Alejándose de lo común, el autor de inmortales canciones como Like a rolling stone, acierta de pleno con este personalísimo homenaje a la voz del siglo XX y además, lo hace por partida triple. En 2015, coincidiendo con el centenario del nacimiento de Sinatra, publica el magnifico Shadows in the night, en 2016 Fallen angels  y dos años más tarde, emulando al viejo de ojos azules con su álbum "Trilogy"(1980), publica un triple CD titulado "Triplicate" (2017). El perfume de la desolación y de la pérdida, el abandono y la soledad que campaban a sus anchas en las canciones de Sinatra vuelven a estar presentes en estas "desversiones" del cantautor, como él mismo las bautiza. En rueda de prensa ofrecida con motivo del lanzamiento de"Shadows in the night", Bob Dylan, consciente del estado de su voz, afirma lo siguiente:  "No me veo versionando estas canciones de ninguna manera. Han sido suficientemente versionadas. Lo que yo y mi banda estamos haciendo básicamente es desversionarlas. Llevándolas fuera de la tumba y atrayéndolas a la luz del día" . Atrayéndolas fuera de sus tumbas, a la luz del día y a la luz de los tiempos modernos, podríamos añadir; unos tiempos que las miran con perplejidad y asombro, unos tiempos que  saben muy poco de música en comparación con aquellas décadas doradas en las que se compusieron los temas que ahora interpreta Dylan. Y estas desversiones son aciertos impecables. Porque los arreglos, obra del propio cantautor, adaptando los de Sinatra para una banda reducida de cinco músicos como máximo, son tan hábiles que consiguen condensar la atmósfera que Nelson Riddle (por poner un ejemplo) inventó en las versiones clásicas, trasladarlas a un nuevo sonido, al pedal steel guitar y a otros instrumentos que, si bien conservan la forma y la melodía de las originales, efectúan un leve viraje hacia el country, pero un country jazzístico, conservando el intimismo de las versiones de Sinatra. 
Bob Dylan en la gira de Shadows in the night
Bob Dylan y Frank Sinatra en 1995


Frank Sinatra estaría orgulloso de ver cómo Bob Dylan ha tratado esas viejas canciones. Porque Dylan, adaptándose a ese Sinatra, sigue siendo auténtico. Y esto es principal y fundamental. Igual que lo es, su humildad. Dylan sabe que no puede llegar nunca a "La Voz" y que las versiones  de este permanecerán intactas, siempre, como las mejores. Pero ofrece su versión, su acercamiento, más como un divertimento personal y como un homenaje que como un reto. De nuevo volvemos a sus palabras: "Cuando empiezas a hacer estas canciones Frank tiene que estar en tu mente. Porque él es la montaña. Es la montaña que tienes que escalar, incluso si solo consigues hacer parte del camino". Pero es que la montaña que se propone Dylan es altísima. Porque se trata del mejor Frank y por ello, el empeño del cantautor es más meritorio. En el primer álbum, Shadows in the night, Bob  graba éxitos que Sinatra cosechó en la década de los cuarenta ("Full moon and empty arms", "That lucky old sun", "What'll I do", "Some enchanted evening", "Why try to change me now" y "Stay with me") y se atreve con verdaderas joyas que se sitúan entre las mejores grabaciones del cantante italoamericano, algunas de las delicias grabadas con Capitol Records: "Where are you?", "I'm a fool to want you", "Autumn leaves" o "The night we called it a day". Pero es que, además, Dylan graba en el mismo estudio Capitol que utilizó Sinatra. Y antes de cada toma, escucha dos o tres veces las originales de Frank, no para imitarlo sino para interiorizar lo que él le está contando, lo que él transmite. De nuevo volvemos a las palabras de Dylan que, hablando sobre Frank Sinatra, dice: "Él tenía esa habilidad de meterse en la canción, en una especie de manera coloquial. Frank cantaba para ti, no  a ti". Vemos que el cantautor de Duluth (Minnesota) lo tiene claro. Y parece ser que tuvo en mente grabar este disco desde que, en 1970, escuchara el LP Stardust de Willie Nelson. Como resultado, Shadows in the night suena todo lo bien que puede sonar Dylan en este ambiente. Suena a decadencia, desde tiempos sombríos volviendo la vista atrás hacia unos días brillantes; suena a derrota, a soledad inmensa, a hastío. Suena deliciosamente ronco. The night we called it a day
Era esperable que, después de este primer y delicioso intento, en 2016 y 2017 vieran la luz sendas extensiones del mismo experimento con el citado "Fallen angels" y "Triplicate", un álbum triple que, en forma y título, ya son un descarado guiño a Frank Sinatra y su "Trilogy", disco triple e innovador que publicara el cantante homenajeado, en 1980. En Fallen angels, a decir verdad, hay un tema que nunca grabó Sinatra pero su inclusión es otro acierto. Se trata de Skylark, del que tenemos muy presente, por ejemplo, la versión de Ella Fitzgerald. El resto del repertorio, en este álbum publicado en 2016, repasa éxitos que Sinatra cosechó en los cincuenta e incluso, en los sesenta. Grabó Dylan, además, "All the way" y "Young at heart" dos buques insignias del italoamericano, prácticamente compuestas para él. De aquellas brillantes baladas de Capitol recupera "Nevertheless" y "Maybe you'll be there". Aborda clásicos como "Come rain or come shine", "That old black magic" o "It had to be you" e incluso se permite un "All or nothing at all" a ritmo de swing, eso sí, un swing íntimo. 
Bob Dylan en 2017

La continuidad la marca un gran disco, el triple "Triplicate" en el presente año, dividido en tres fragmentos. El primer fragmento, se titula "'Till the sun goes down" y comienza con un desenfadado swing, el maravilloso "I Guess I'll have to change my plan" que Sinatra inmortalizó en el extraordinario álbum "A swinging affair!" (1957). Es el único swing de este primer disco de la insólita trilogía, exceptuando la alegre "Trade wings". Se completa con canciones otoñales como "Stormy weather" (brillante versión), "September of my years", "Once upon a time", "It gets lonely early", "That old feeling" o "My one and only love". El segundo disco, titulado divertidamente "Devil dolls", contiene la inmortal "As time goes by". Es todo un regalo escuchar a Dylan interpretando el tema principal de "Casablanca". Este segundo bloque tiene un marcado sonido a "canciones para perdedores", incluyendo temas como "P.S. I love you", "But beautiful", "How deep is the ocean", "Here's that rainy day", "Where is the one" y "There's a flaw in my flew". Pero no renuncia al swing y ofrece sus versiones de "The best is yet to come",  "Imagination" y "Braggin`". El tercer y último disco de este "Triplicate" comienza con una explosiva "Day in, day out". Pero donde más brilla Dylan es en las "songs for losers". Seguramente, por ello, las baladas son mucho más numerosas y convierten este disco en imprescindible. En este aspecto de nuevo íntimo ofrece "I couldn't sleep a wink last night", "Sentimental journey", "Somewhere along the way", "When the world was young", "These foolish things", "You go to my head", "It's funny to everyone but me" y "Why was I born?". Mención especial merece una deliciosa versión del clásico "Stardust" que nos lleva a la intemporalidad de los grandes temas a la vez que nos permite viajar a los años treinta. De nuevo hay que resaltar el buen gusto de Bob Dylan al seleccionar del repertorio de Sinatra aquellas canciones menos conocidas pero inmensamente bellas. Este savoir-faire proporciona el éxito a los tres discos que hoy hemos reseñado. Si tuviera que elegir uno de ellos y a pesar de que "Shadows in the night" es realmente espléndido, yo me quedaría con "Triplicate". La razón es muy sencilla: hay muchas más canciones que en el resto. Pero el gran acierto de estos tres discos, de este gran homenaje a Frank Sinatra, es que Bob Dylan conserva el mismo tono en los tres trabajos, como si todos formaran parte, como en realidad es, de un todo inseparable. Es por ello que tanto Shadows in the night como Fallen angels como Triplicate, se deben saborear y paladear, poco a poco, como si se tratara de un solo LP. Solo así alcanzaremos a valorar, como sin duda merece, el magnífico y estrepitoso homenaje que Bob Dylan ha rendido a Frank Sinatra que, como ha demostrado, es uno de sus músicos de cabecera sino el mayor. Aunque este sea el blog de Sinatra, hoy me resistiré a poner una canción suya. Porque no estamos aquí para comparar las versiones de Dylan con las originales. Evidentemente, no son comparables. Pero estamos aquí para reconocer un gran trabajo, una obra de arte. Un brillante tributo. El que Bob Dylan ha rendido a Frank Sinatra. Sus viejas canciones suenan hoy a través de la ajada voz del cantautor, lánguidamente; como solo podían sonar desde el vulgar siglo XXI. Un bravo y tres hurras por Bob Dylan. Solo él podía hacerlo. Nos despedimos con una canción del álbum "Triplicate": "Once upon a time"