Hoy en día muchos son los que dudan que el 21 de julio de 1969 Neil Armstrong comenzara a caminar sobre la superficie de la luna. Probablemente para todos estos incrédulos decir que Buzz Aldrin, el astronauta que caminaba detrás de Armstrong, hizo sonar durante la misión "Fly me to the moon" de Frank Sinatra representa poco menos que una película de ciencia ficción. Esto convertiría a Frank Sinatra y a la orquesta de Count Basie en la primera música y a día de hoy la única que se ha escuchado en la superficie lunar. Aldrin solía contar cómo alegró al cantante esta noticia. Ser la única voz que ha cantado en la luna representaba para Frank Sinatra todo un orgullo colonial y patriótico. Sinatra ya era interestelar. De hecho, durante su carrera, muchos fueron sus 'tributos' a la luna. Cantó de manera especial "Blue moon", "Moon river" además de la que hoy nos ocupa y como un alarde de visionario, en 1966, publicó el LP "Moonlight Sinatra", un compendio de diez canciones lunares y nocturnas. A todo ello hay que sumar que dos de sus canciones más exitosas llevan el verbo "volar" en el título y el vuelo es, en fin,el leit motiv de ellas. Me refiero a "Come fly with me" y la mencionada "Fly me to the moon". A Sinatra le encantaba volar. Más aún desde que, mediada la década de los sesenta, pudo disponer al fin de su jet privado que pronto se convertiría en Aerolíneas Sinatra. A buen seguro, si se hubieran comercializado viajes a la luna en su época, el cantante hubiera sido uno de los primeros pasajeros. Y seguramente hubiera ofrecido un concierto en mitad de la superficie lunar: "The Moon Event".
Frank Sinatra en 1969
El caso es que Buzz Aldrin no tiene por qué mentir al respecto. Así que lo único que podemos hacer, desde el desatino del siglo XXI, es alabar su gusto musical al hacer que Frank Sinatra fuera el primer y único cantante que sonara en la luna. Y además con una canción tan adecuada. El pasado 16 de agosto se cumplieron 50 años desde que Frank Sinatra actuara en el Astrodome de Houston en un concierto homenaje a los astronautas del Apollo 11. En ese momento Sinatra tuvo la posibilidad de dedicar a Buzz Aldrin una emocionada interpretación de "Fly me to the moon". Aquella noche del 15 de agosto de 1969 Sinatra también interpretó "The lady is a tramp" y "God bless America". Gracias a la cadena ABC hoy podemos recuperar esa actuación y escuchar aquella versión de "Fly me to the moon" que Sinatra presenta como "Aldrin's song".
Lewis Allen debutó en 1943 al rodar una película de terror titulada "The Uninvited"("Los Intrusos", en España), protagonizada por Ray Milland (en el papel de Rick) y Gail Russell (como Stella), también en su debut cinematográfico. La película se estrenó en 1944. La banda sonora está compuesta por Victor Young y su melodía principal, desprovista de letra, destaca por un pasaje muy particular que se caracteriza por el romanticismo de una escena en la que el compositor Rick le dice a Stella que está interpretando una serenata para ella, una serenata a la luz de las estrellas. A partir de esa frase, en 1946, Ned Washington escribió la letra de lo que acabaría convirtiéndose en un clásico de jazz titulado precisamente "Stella by starlight" ("Estela a la luz de las estrellas") que interpretaría la orquesta de Harry James en 1947. Dos meses más tarde de esta versión principal, Frank Sinatra la grabó en solitario, con arreglo y orquesta de Axel Stordahl, para rubricar una de las versiones más nocturnas, románticas y ajustadas a la letra y al ambiente de la escena de la película que recordaba anteriormente. Entre las múltiples versiones que se grabaron de esta canción cabe destacar las instrumentales de Charlie Parker, Chet Baker, Stan Getz y Miles Davis así como la versión vocal que grabó Ella Fitzgerald ya en la década de los sesenta. Nunca ha sido para mí una de las canciones más escuchadas del repertorio que Frank Sinatra grabó en la década de los cuarenta si bien, actualmente, ha quedado de por vida ligada a mi, a merced de los días luminosos y los cielos estrellados de la montaña donde todavía no llega a cegar la contaminación lumínica de las ciudades. Dejo aquí la canción completa que Frank grabó en 1947 y la traducción de la letra.
"Stella by starlight" ("Estela a la luz de las estrellas")
La canción que canta el petirrojo a través de los años de interminables primaveras. El murmullo de un arroyo desde el recuerdo que reverbera en un rincón donde dos amantes se esconden. Un gran tema sinfónico es Estela a la luz de las estrellas. No es un sueño. Mi corazón y yo estamos de acuerdo: ella es todo en la Tierra para mí. Un gran tema sinfónico es Estela a la luz de las estrellas. No es un sueño. Mi corazón y yo estamos de acuerdo: ella es todo en la Tierra para mi.
Frank en 1947
Soñando con Nueva York
Mil novecientos cuarenta y siete es el año en que Frank Sinatra protagoniza la película "It happened in Brooklyn" ("Sucedió en Brooklyn") donde comparte pantalla y algún número musical con Jimmy Durante. Una de las escenas más recordadas de la película es cuando Frank, de regreso a casa y todavía vestido de soldado, cruza el puente de Brooklyn mientras canta, con Nueva York de fondo, la canción "The Brooklyn bridge". Para algunos, Nueva York continúa sigue siendo un sueño por inédito. En realidad, aquel Nueva York de los años cuarenta y en definitiva, de la primera mitad del siglo XX continuará ya, para siempre, siendo una quimera inatrapable. Sin embargo, como ocurre con Venecia o París, sus calles todavía estarán dispuestas para el paseante romántico, zahorí de memorias pasadas, ya subterráneas. Para continuar con la corriente onírica y no renunciar al sueño, otro de los números de aquella película de 1947 es "It's the same old dream" ("Es el mismo viejo sueño"), una bonita manera de terminar esta entrega de hoy:
El caminante de la madrugada comprende de qué está hecha la noche inédita, el insomne en la ciudad saborea el material que confecciona la esperanza rota. Un indefinido aroma a encierro desprende el álbum In the wee small hours, cierto hermetismo que contrasta con el carácter de ciudad abierta que devora, en las primeras horas inhóspitas de la madrugada, al solitario; hermetismo, sin embargo, que habla de la introspección que Frank Sinatra experimenta en cada una de las canciones que conforman este disco histórico del que tanto hemos hablado ya aquí. El vaho que rodea y amplifica la luz ahora tamizada de las farolas, postes que marcan las etapas, las caídas, los penosos hitos de una condenada historia; la humedad de una calle nocturna, quizá bajo la niebla y por último el incombustible y pequeño incendio, en el extremo del cigarrillo que es justo opuesto al rastro de su último beso. Fácilmente identificaremos la portada del álbum que Frank Sinatra grabó en 1955 con esa obra inmortal que trece años antes firmaba Edward Hopper bajo el título de Nighthawks, halcones nocturnos que bien pudiéramos traducir aquí como rara avis, raras aves nocturnas.
In the wee small hours (Frank Sinatra 1955)
Nighthawks (Edward Hopper 1942)
En las primera horas de la madrugada es un disco que marcó un antes y un después en la historia del álbum, del LP. Es considerado el primer disco conceptual de la historia y Nelson Riddle diseñó para él un propicio ambiente, a veces sórdido, a veces pulcro y elegante, pero siempre nocturno, íntimo y profundamente desesperado, de una pena honda e irreparable. El resto lo puso Sinatra y su voz. Su voz y sus vivencias pues no son pocos los que han visto en este álbum cómo el cantante proyectaba las derrotas sufridas, apenas unos pocos años antes, junto al amor de su vida, Ava Gardner. Fue en 1951 cuando Sinatra rompió a llorar mientras registraba para Columbia la canción Soy un tonto por quererte (I'm a fool to want you). Es durante la grabación de este álbum (1955) que el cantante vuelve a grabar esta canción en una versión mucho más contenida y adecuada para el escenario habitual del álbum pero no por ello menos sentida y desgarrada. Como podemos imaginar, influencias que parten de In the wee small hours y llegan hasta nuestros días para afectar a los principales artistas y cantantes, existes innumerables. Bruce Springsteen recuerda este álbum cuando graba 32 años después (1987) Tunnel of love. Springsteen, como es habitual en él, recuerda todo con un chiste. Rememora cómo escuchaba en los bares los discos más tristes de Sinatra porque su madre los hacía sonar. Y su madre iba de bar en bar buscando a su padre que, normalmente, se emborrachaba también escuchando a Sinatra. Entre aquellos discos estaba, como ningún otro, In the wee small hours. En Both sides álbum que Phil Collins graba en 1993, con una cita se recuerda la canción I get along without you very well de Hoagy Carmichael. A este clásico Collins dedica la canción del álbum titulada I've forgotten everything. Este tema, según el propio Phil Collins, intenta capturar todo el sonido de In the wee small hours, ya que a su parecer la mejor versión del clásico de Carmichael está precisamente en este álbum. Para terminar con este apartado de curiosidades y coincidencias, es necesario decir que In the wee small hours es el mejor disco de Frank Sinatra para un crítico tan purista como Tom Waits quien precisamente rinde homenaje al álbum (y a la portada) con su The Heart of Saturday Night.
The Heart of Saturday Night (Tom Waits 1974)
Por tanto, siempre Sinatra. La razón por la que recupero hoy de nuevo In the wee small hours es este estupendo vídeo que encuentro ahora en la red y que explica a la perfección la importancia de este álbum en la historia de la música:
Dean Martin, Sammy Davis Jr y Frank Sinatra en una de sus imágenes más icónicas
Cotidianamente contacto con diversas personas que, como yo, profesan una incondicional admiración por Frank Sinatra. Habitualmente, esta conexión termina en una amistad que, ya desde su punto de partida, es consolidada y perdura en el tiempo. Una rara especie de lealtad debe afectarnos a todos los sinatristas desperdigados alrededor del mundo pero, sin duda, esta actitud no es ajena a la propia actitud que nos contagia nuestro idolatrado Frank. Él también supo de amistades consolidadas. De hecho, la lealtad era uno de los aspectos que sus amistades más destacaban en su personalidad.
Tres décadas separan una y otra imagen pero persiste la risa, la conexión, la amistad.
Con emoción recibí hace ya un tiempo la carta de mi amigo Francisco Machuca que, desde Mataró, me hacía llegar unas fotografías del día en que nos conocimos personalmente con motivo de una presentación literaria en la ciudad de Zaragoza. Y remarco personalmente pues, efectivamente, ya nos habíamos encontrado y conocido bien en esa red que se tejió durante un buen tiempo y vino a llamarse blogosfera. Es decir, el espacio donde todos los bloggers intercambiábamos opiniones, comentarios y jugosas conversaciones. Parece que los blogs ya no están de moda y es que la palabra tampoco lo está. Creo firmemente que la Humanidad camina hacia un futuro en que la comunicación se realizará mediante emoticonos. Y entonces, aún habremos perdido más de lo que se ha perdido en la actualidad. Ya no será un lenguaje analógico. Literalmente, ya no habrá lenguaje. La obsesión por la prisa y la impaciencia ha sido el caldo de cultivo del tweet. La sensación de tener el mundo entero a un clic digital nos ha convertido en estúpidos poderosos. Pero, probablemente, estamos creando un mundo fugaz que se devorará a sí mismo de inmediato. En cualquier caso, retomando el encuentro con Machuca, que fue posible gracias a nuestro amigo común Alfredo Moreno (a quien, por cierto, a pesar de compartir ciudad, también conocí antes por blog que personalmente), quisiera destacar que la totalidad de nuestra conversación, aquel primer día, consistió en la música de Frank Sinatra. No su vida. No sus películas. Sus canciones. Especialmente, sus canciones más tristes y desesperadas. Mantuve con Machuca una de las conversaciones más mágicas y amenas que recuerdo. La total conexión fue inevitable y directa. Hoy, de ese encuentro, han pasado ocho años y medio. Cada vez que rencuentro a Machuca sus palabras son las mismas: "Cuánto tiempo. Pero, ¿sabes una cosa?. Sinatra, cada día canta mejor". Machuca y yo no solo mantenemos el contacto sino que siempre que coincidimos (y coincidimos, debido a las distancias territoriales, menos de lo que quisiéramos) repasamos con deleite la obra y milagros de Sinatra y la última canción de su discografía que hemos descubierto. Porque Sinatra (y el aficionado entenderá bien mis palabras) es un descubrimiento continuo e inagotable.
Dean Martin, SAmmy Davis Jr y Frank Sinatra.
En cualquier caso, el texto que me hizo llegar mi amigo bien merece ser compartido en el blog de Sinatra, así como las fotos donde aparecemos ochos años atrás. A continuación podemos disfrutar de este artículo escrito por Francisco Machuca.
-Tiene
que ser una maravillosa cena para dos. Quizá no probemos bocado,
pero ha de ser maravillosa.
-Entendido,
barón.
-Y,
camarero...
-
¿Sí, barón?
-
¿Ve esa luna?
-Perfectamente,
barón.
-Quiero
esa luna en las copas.
-Sí,
barón. (Apuntando.) La luna en las copas.
Un
ladrón en la alcoba, de
Ernst Lubitsch
Marcos
y yo compartimos aquellos días dorados de las big bands, los días
de formaciones de músicos perfectamente trajeados que se levantaban
de la silla y coreografiaban con elegancia el movimiento de sus
saxos, trompetas y clarinetes. Marcos sabe tan bien como yo que
nuestro amado Frank Sinatra se acercó una noche a la sala Roseland,
meca del bebop de los años cuarenta, situada en la calle 52 de Nueva
York. Sobre el escenario, el gran Tommy Dorsey, el sentimental
gentleman del swing, al frente de su banda. Nuestro querido Frankie
quedó fascinado con la técnica de Dorsey tocando el trombón.
Parecía que no paraba nunca a tomar aire, parecía capaz de estar 16
compases sin respirar: ¿cómo demonios lo hacía? Al trabajar años
después en la orquesta de Dorsey consiguió descubrir el truco. "Y
aprendí a tomar aire por la comisura de los labios. A veces en medio
de una palabra, entre las sílabas". Su
obsesión era que al cantar no se notara que estaba respirando.
Marcos
y yo compartimos un producto para fetichistas. Para sinatristas
fetichistas: Frank
Sinatra, el álbum,
libro que recoge fotos de la vida de La Voz, testimonios familiares,
facsímiles y un disco con entrevistas y rarezas varias. Intercaladas
entre las páginas del libro, 13 bolsitas de papel traslúcido. En
cada una de ellas, una colección facsímiles que dan testimonio de
los episodios de la vida de la gran voz de la música popular del
siglo XX: reproducciones de una carta escrita a Cary Grant que firma
como Francis Albert, que así firmaba cuando escribía a sus amigos.
Marcos firma con su nombre, lo sé porque el otro día recibí su
carta redactada con elegancia y poesía. Gracias Marcos. En la
entrevista con la WNEW, Sinatra desentraña algunas claves del
proceso de educación de su voz. La música clásica también le
inspiró para crear su inconfundible estilo. Se iba planteando retos.
La capacidad de violín de Heifetz, al que vio en el Carnegie Hall,
para ejecutar una nota desplazando el arco de arriba abajo sin
interrupción alguna le llevó a intentar hacer lo propio con su voz.
Las piscinas públicas de Nueva Jersey fueron el lugar al que acudía
a bucear para ampliar su capacidad pulmonar. Manda huevos, mi querido
Marcos. Menudo tío. Eran otros tiempos. El joven Sinatra escuchaba
atentamente los fraseos del saxo de Lester Young, la intensidad
emocional de Billie Holiday, las síncopas y el tempo de Bing Crosby.
Menuda gente. Marcos, mejor nos ponemos un sombrero ladeado y nos
vamos de copas. Extraños en la noche.
"Mi
padre no cantaba mucho en casa", cuenta
su hija Nancy. "No
le oía cantar en la ducha. (...) Silbaba a menudo, y de cuando en
cuando hacía `mi mi mi´ para comprobar el estado de su
garganta". Frankie
dijo una vez: "Me
gustaba grabar a altas horas de la noche. Cuando más tarde, mejor.
Mi voz no está hecha para usarse de día".
Ya
sabes, mi querido Marcos, que Sinatra era un tipo canalla y elegante,
como canallas y elegantes eran sus requerimientos a la hora de ocupar
la suite de un hotel. En uno de los facsímiles se reproducen las
exigencias del artista, remitidas por carta mecanografiada al
hotel Ballys de Las Vegas el 8 de febrero de 1988. En letras
mayúsculas, una exigencia:"Asegurarse
de que las cortinas no dejen que pase un rayo de luz cuando estén
cerradas". A
continuación, el listado de elementos imprescindibles para su
estancia: una nevera; papel higiénico de marca (color crema);
abundancia de paquetes kleenex, diseminados a lo largo y ancho de la
habitación; papeleras extra repartidas por la estancia; toallas de
la mejor calidad (tono crema); siete almohadas de pluma; bombillas de
100 vatios de potencia; cuatro humificadores... Para comer,
abundancia de frutas y crakers; salami de Génova, prosciutto y pan
italiano, y caramelos Life con sabor a cereza. En cuanto al bar, agua
de Evian, whiskys Jack Daniels y Cutty Sart, además de soda, vodkas,
ginebras y una botella de tequila Cuervo Gold.
Menudo
tipo, Marcos y, luego cantaba I've
got you under my Skin como
nadie. El monólogo inédito que pronunció Sinatra poco después de
cumplir los 50 sobre el escenario del hotel Sands de Las Vegas es una
de esas perlas del CD que acompaña el libro. En él despliega sus
dotes de cómico, las que cultivó durante los años de la radio, los
que elevó a la categoría de arte flanqueado por Sammy Davis Jr. y
el querido Dino (un guiño para Kine), sus colegas del célebre Rat
Pack. "Tuve
una infancia normal", cuenta
en tono de broma a los que esa noche asistían al show, "cuatro
agujeros en la cabeza y seis cicatrices en la cara; ya sabéis, la
típica adorable infancia en un barrio deprimido". Inflexiones
de tipo canalla, alusiones de las noches locas. Sinatra se
despide: "Señoras
y señores, me gustaría dejarles con una reflexión:las
personas que no beben me dan pena por eso; porque, cuando se levantan
por la mañana, el día que tienen por delante sólo puede ir a
peor".
Y
eso lo sabemos Marcos y yo. Beber un buen cocktail hacia
la medianoche nos susurra al oído cosas de un tiempo pasado que nos
descubre, a cada sorbo, que una gran parte de lo auténticamente
moderno siempre viene de atrás.