miércoles, 30 de abril de 2014

Jean Leon y Frank Sinatra: El caso de la puerta equivocada

Ceferino Carrión, alias Jean Leon, fue un español de Santander que cumplió El sueño americano


No resulta fácil. Ni siquiera resulta usual, comenzar un nuevo post en el blog de Frank Sinatra escuchando la canción Tatuaje de Concha Piquer. Pero es necesario hacerse una idea de la España gris de posguerra, la España del estraperlo, la cartilla de racionamiento y La Codorniz, la España en la que creció Ángel Ceferino Carrión Madrazo, nacido en Santander, hijo de marino mercante y familia perseguida durante la Guerra Civil. Después del conflicto, Antonio Carrión (padre de Ceferino) fue encarcelado y catalogado como "rojo". Aún así, su esposa buscó la manera de demostrar al régimen que Antonio había asesinado a numerosos republicanos durante el conflicto (algo que no era cierto) y le dejaron libre para marchar con su familia a Barcelona. Una vez allí, el 1 de julio de 1941, Antonio y su hijo mayor José, se hicieron a la mar como correspondía a su trabajo, rumbo a Alemania y no volvieron jamás. Al parecer, en la fase más álgida de falsa neutralidadel que Franco practicó durante la Segunda Guerra Mundial, el buque trasladaba material de guerra camuflado para el ejército del Tercer Reich de Hitler. La flota británica hundió el barco y padre y hermano mayor de Ceferino ya no volvieron a ver la luz de un nuevo día. Esta es la gris España en la que se desenvolvía un jóven de trece años que, ese mismo día, juró no prestar el servicio militar a las órdenes del dictador Franco cuando le llegara el momento. Y efectivamente, el momento llegó. El 16 de julio de 1947 Ceferino volvió de su trabajo en Enasa, vistió sus mejores galas y abandonó su casa para no volver jamás. Había quedado con dos amigos para fugarse. Cruzaron a pie la frontera por los Pirineos en línea recta. De Bayona, fuyeron a Burdeos y de allí a París. Este fue el comienzo de la aventura para un joven cántabro que se negó a vivir un futuro gris bajo el yugo de la dictadura franquista.

Una vez en Francia, Ceferino trabajó de intéreprete y camarero. Recibió los papeles para presentarse al servicio militar obligatorio en España y fue el momento en que se convirtió en prófugo. Los tres amigos que escaparon de España arreglaron todo para largarse a Guatemala en un barco que partía de El Havre. A Ceferino le faltaba documentación y no pudo partir. Sus dos amigos le dejaron en tierra. Por siete veces consecutivas intentó colarse en las bodegas como polizón de diferentes barcos y aunque las siete veces fue descubierto, fue repatriado a Francia. Los dos amigos que habían conseguido partir a Guatemala corrieron peor suerte. Fueron repatriados a España y nunca más abandonaron su país. Parecía que Ceferino Carrión tenía un ángel cuidando su suerte. Y así fue también cuando, el mismo año de 1949, se internó como polizón en las bodegas de otro barco que partía desde El Havre con destino desconocido. Él todavía no lo sabía pero Ceferino Carrión se dirigía a Nueva York, la ciudad donde cumpliría todos sus sueños.
Ceferino no era un buen nombre para un español que no tenía ni idea de Inglés. La segunda noche que pasa en Nueva York duerme en el banco de un parque y un delincuente le roba toda la documentación. Al día siguiente decide nacionalizarse con  el nombre de Justo Ramón León y aunque las dificultades en sus primeros días no fueron pocas, respirar la libertad de Nueva York para un español que llegaba del agobiante régimen franquista era suficiente aún con el estómago vacío. Se empleó como "recogeplatos" en el Rockefeller Center donde, debido a su manera de trabajar, su elegancia, su trato amable con los clientes y su discreción (un rasgo que le reportaría grandes alegrías) recibía generosas propinas. Allí conoció a varias figuras políticas pero solo guardó el recuerdo de la primera estrella de Hollywood a la que estrechó la mano: Bing Crosby. No resulta difícil imaginar la emoción de aquel joven cántabro al descubrir en 1949 una ciudad como Nueva York. Justo ese año también se ofrecía en pantallas un descubrimiento semejante de Nueva York en el que, precisamente, Frank Sinatra compartía papel protagonista con Gene Kelly.


Probablemente fue una de las películas que disfrutó el español recién llegado a la gran manzana. Y no podría imaginar entonces que Frank Sinatra sería uno de los buenos amigos que encontraría en Estados Unidos. La madre de Ceferino, ahora llamado Justo, recibía las cartas de su hijo y todos los avances que iba haciendo en Nueva York eran transmitidos por ella a sus dos amigos de fuga que fueron repatriados a España. Comidos por la envidia delataron el paradero de Justo a la Policía. Pero, de nuevo la fortuna se alió con Justo. Al mismo tiempo que llegó la carta de España exigiendo su regreso al país, llegó la carta en la que el gobierno estadounidense le solicitaba, como ciudadano norteamericano, prestar el servicio militar selectivo. De nuevo Justo eligió Estados Unidos pero, en lugar de acudir al ejército, se marchó a California, concretamente, a Los Angeles. Una vez allí conoce y traba amistad con Emilio José Cansino, tío de Margarita Cansino, Rita Hayworth. Su primer trabajo en Hollywood vuelve a ser de friega platos, en el Maxwell Coffee House donde conoce a Jorge Negrete. Posteriormente trabajaría como taxista y camarero en Los Angeles y por última vez, vuelve a cambiar de nombre. En 1950 finalmente, aquel cántabro que se fugó de España por los Pirineos, pasa a llamarse Jean Leon, como tributo a un pintor y escultor francés del siglo XIX que, dicho sea de paso, era su preferido.
Nat King Cole y Frank Sinatra en el Villa Capri de Los Angeles.
Tras un breve espacio de tiempo en el Ejército Norteamericano, Jean Leon nunca llegó a embarcarse para Corea. Otro golpe de suerte y las buenas migas con su Sargento le proporcionaron la oportunidad de regresar a Los Angeles y dejar de lado de una vez por todas la vida militar para la que nunca tuvo vocación. De nuevo en Los Angeles y gracias a las amistades que había fraguado hasta el momento, se empleó como camarero en el Villa Capri, local del que Frank Sinatra y Joe Di Maggio eran accionistas. Por el día, seguía trabajando como taxista. La fotografía que encabeza este párrafo en la que aparecen Nat King Cole y Frank Sinatra pertenece a una de esas noches en el Villa Capri donde Jean era camarero. También de aquellas noches son estas fotografías en las que aparece le brazo de Jean Leon, ya que acababa de servir un Jack Daniel's a Frank:
Definitvamente, las oportunidades que Jean Leon había percibido en Nueva York y Los Angeles no las hubiera tenido en España aún con la buena fortuna que siempre le acompañaba. El Villa Capri era el lugar de moda entre las personas que querían hacerse notar en Hollywood. Era sencillo encontrar ahí a una jovencita Grace Kelly, a Gary Cooper, a Robert Mitchum, o a Marilyn Monroe (esposa de Di Maggio, por aquel entonces) Jean Leon consiguió su puesto de camarero gracias a su amiga Mary, esposa de Billy Kant, el encargado. Pero pronto se afianzaría en el trabajo. Fue una de esas noches cuando Jean presenció  "El caso de la puerta equivocada" o como titularon los periódicos The case of wrong door



Sería la una de la madrugada cuando Frank Sinatra se encontraba cenando aquel sábado (ya domingo) en el Villa Capri con su amigo Hank Sanicola. A los postres se presentó un alterado Joe Di Maggio con un detective llamado Ruditsky. Joe estaba enfermo de celos porque creía que su esposa, Marilyn Monroe, de la que, por cierto, se estaba divorciando, era infiel. En la lista de posibles culpables figuraban Robert Mitchum, el músico Schaefer y hasta una mujer llamada Sheila que, según decían, era lesbiana reconocida. Así que el tal sabueso Ruditsky tenía un soplo por el cual se suponía que Marilyn estaba en aquellos momentos acostándose con su amante, fuera quien fuese, en unos apartamentos de la calle Waring, en Hollywood. Como no podía ser de otra manera, Sinatra, Di Maggio, Sanicola y Rudisky se levantan de la mesa, abandonan el Villa Capri y se dirigen a los apartamentos de la calle Waring para sorprender in fraganti a Marilyn. Al llegar, tocan a la puerta de uno de los apartamentos. Como nadie abre, tiran de una patada la puerta abajo y comienzan a golpear y patear a lo que se suponía que eran Marilyn Monroe y su amante. Pero no lo eran. Los que se llevaron la paliza fueron dos personas corrientes, completamente desconocidas. Al ver el error que habían cometido, los infiltrados en el apartamento corrieron de vuelta al Villa Capri. Con lo que no contaron ni Di Maggio ni Sinatra, es con que los agredidos fueran a denunciar a la Policía. Pero sus rostros eran de sobra conocidos en toda América, así que la pareja agredida puso la denuncia en comisaría.
Di Maggio y Sinatra
Eran las dos de la mañana y de vuelta en el Villa Capri Di Maggio y Sinatra contaban lo sucedido a los camareros,  totalmente pálidos y con los rostros desencajados. Ruditsky incluso lloraba nerviosamente. Pero, ni el cantante ni el jugador de béisbol se esperaban lo que sucedería a continuación. La Policía irrumpió en el Villa Capri pasadas las dos de la mañana. Comenzaron a interrogar a los posibles implicados y todos mentían. Acto seguido interrogaron a los camareros. En concreto Jean Leon declaró que ni el señor Sinatra ni el señor Di Maggio se habían movido de la mesa del Villa Capri en toda la noche. Burt Tender, el otro camarero que había de servicio (a aquellas horas ya solo quedaban dos camareros ya que, después de las dos ya no podían servir a nadie), corroboró la declaración de Leon. Hubo juicio pero, mientras los acusados tenían a dos testigos a su favor, los denunciantes no tenían a nadie. Así que ni Sinatra ni Di Maggio serían inculpados, ni tan siquiera Ruditsky. Desde aquel momento Frank Sinatra comenzó a cuidar de manera especial a su camarero favorito. Entregaba cada noche una propina de cien dólares a Jean Leon. Y esta amistad aumentó considerablemente con los años. Lo que más apreciaba el cantante del camarero era su discreción y lealtad. Seguramente la biografía de Jean Leon en América no se hubiera escrito de la misma manera si no se hubiese cruzado en su camino el italoamericano. De alguna manera, Sinatra "apadrinó" al camarero cántabro, incluso conociendo su orígen español, teniendo en cuenta cómo odiaba él nuestro país, no solo por los escarceos sexuales de Ava Gardner sino también por el General Franco, un odio que cantante y camarero compartían.
Jean Leon a la dferecha de la imagen, en pie. Ocupan la mesa Tony Franciosa, Zsa Zsa Gabor, Barbara Rush y al lado de Leon, el músico Pete Rugolo. Fotografía tomada en La Scala, el local que abrió Jean Leon
 A partir de entonces, la vida de Jean Leon se consolidó en Hollywood. Frank Sinatra le llamaba para todas sus fiestas privadas que solían comenzar, cuando el Villa Capri cerraba. Por aquella época, Sinatra no podía dormir hasta que se hacía de día. Normalmente Jean Leon acompañaba al cantante a casa del compositor Jimmy Van Heusen (durante el divorcio con Ava Gardner, Frank se hospedaba ahí) donde también estaban Johnny Burke y Sammy Cahn, todos amigos de Sinatra. Por ahí desfilaban todo tipo de personalidades y las mujeres que más se dejaban ver entre ellas eran Grace Kelly, Lauren Bacall, Lana Tuner, Juliette Prowse, Rhonda Fleming o Debbie Reynolds. En aquellas reuniones se hablaba, sobretodo, de música y de teatro. Cuando llegaban las cuatro de la mañana, más o menos, las mujeres se retiraban a sus respectivas casas y es entonces cuando Jean Leon hacía de chófer para ellas. También en esos momentos, según Leon, llegaban a casa de Van Heusen otras amiguitas con las que no hablaban precisamente ni de música, ni de teatro...

De esta manera Frank fue confiando cada vez más en Jean. Contó con él para la gala de investidura de John Fitzgerald Kennedy, en la que fue encargado de la restauración. Y más adelante, ya un consolidado Jean Leon, también fue solicitado por Sinatra para acompañarle durante la gala de investidura de Ronald Reagan donde, además de ser el encargado del catering, aportó su famoso vino Jean Leon, algo que tuvo mucha repercusión en España.
Jean Leon a su llegada a Estados Unidos (1949)
Jean Leon hizo muchos amigos en América pero, según sus palabras, nadie le enseñó a moverse en el ambiente de Hollywood como Frank Sinatra. En 1956, (tras la muerte de James Dean, con quien había proyectado abrir un local) Leon abriría La Scala y en tres semanas ya se convirtió en el local de moda para las estrellas. Además de Sinatra y sus amigos, por La Scala desfilaban cada noche Lauren Bacall, Shirley MacLaine, Rock Hudson, Paul Newman, Tyrone Power, Warren Beatty, Orson Welles, Jane Fonda, Elizabeth Taylor... Así, Ceferino Carrión, convertido en Jean Leon (la opinión pública norteamericana creía firmemente en su orígen francés), supo aprovechar las oportunidades que le brindó el destino y sencillamente convirtió en realidad el gran sueño americano. Dio de comer su comida y dio de beber su vino a todo Hollywood y cuando lo había hecho, fue reconocido en España, su país natal. En el Jean Leon el rey de Beverly Hills (Ed. BSA 2002), Sebastián Moreno nos cuenta de primera mano, todas las anécdotas que vivió este español que hizo las Américas como ningún otro. Un libro totalmente recomendable.

*Han sonado durante este texto la canción Tatuaje de Concha Piquer y Exactly like you, por Nat King Cole y Frank Sinatra, además del video de la película On the town.

viernes, 25 de abril de 2014

La importancia de Harold Arlen: Frank Sinatra & Lena Horne


Sinatra canta y Harold Arlen toca al piano.
En 1954, en la Colgate Comedy Hour, el compositor Harold Arlen se reunió sobre el escenario con Connie Russell, Eddie Cantor y a Frank Sinatra. Recordemos que Harold Arlen (nacido como Hyman Arluck) es uno de los compositores a los que Frank Sinatra debe su éxito. Numerosas canciones que formaron el repertorio de Sinatra son composiciones de Arlen. Algo lógico si sabemos que estamos hablando de uno de los creadores más prolíficos del siglo XX con más de cuatrocientas canciones en su haber. Cuatrocientas canciones y además, siendo innovador, sin repetirse. Es, entre otras, el compositor de Over the rainbow, compuesta en 1938 y lanzada a la fama por Judy Garland en El mago de Oz y también interpretada por Sinatra ya en la década de los cuarenta. Este tema fue elegido como mejor canción del siglo XX por la Recording Industry Association of America. Su primera canción en alcanzar éxito fue Get happy, compuesta en 1929 A partir de ese año, Harold Arlen trabajó intensamente componiendo los espectáculos y números nocturnos del famoso club de Harlem, el Cotton Club. Ahí sonaron por primera vez los acordes de la inolvidable Stormy weather (interpretada en el club por Lena Horne) así como Ill wind, Between the devil and the deep blue sea, One for my baby o I've got the world on a string. Posteriormente y como una herencia de su propia obra Stormy weather, Arlen fue el compositor de una de las canciones más versionadas del mundo, la inolvidable Come rain or come shine. No es de extrañar, entonces, que cuando Arlen se subía al escenario, fuera acompañado siempre por las más grandes figuras de la música que, dicho sea de paso, le debían en cierta manera su éxito. Veremos, en primer lugar, el encuentro de 1954 en el que Frank Sinatra canta a partir del minuto 3'17. Interpreta Come rain or come shine (en una versión temprana, nada que ver con la que grabó posteriormente en la década de los sesenta), I've got the world on a string (también una versión diferente a la que grabaría con Capitol), para terminar con The old black magic. Después, se unen a Sinatra, Russell y Cantor. Los tres juntos interpretan Get happy, Blues in the night y Let's fall in love (cantada por el propio Harold Arlen al piano) Después de este primer video, veremos un homenaje a Harold Arlen en el que cantan a dúo Lena Horne y Frank Sinatra. Este video es una auténtica joya y ya hace unos años que lo pasamos por este blog. Que lo disfruten.





Lena Horne y Frank Sinatra en un encuentro anterior, hacia principios de la década de los cuarenta

domingo, 13 de abril de 2014

Un desayuno para Quincy Jones: Stormy weather

Quincy Jones y Frank Sinatra, grabando It might as well be swing 1964
No ha sido valoradamente como merece la responsabilidad de Quincy Jones en el éxito de Frank Sinatra y de sus temas más reconocidos como The best is yet to come, por poner un ejemplo de sobras conocido. J. Randy Taraborrelli en su libro Sinatra, a su manera comenta "si queremos tener un disco de Sinatra, éste debe ser It might as well be swing ya que en él se ofrece las mejores interpretaciones del cantante" No creo que esta afirmación sea demasdiado correcta pues la discografía del cantante es muy amplia pero sí creo entender lo que Taraborrelli nos quiere decir. Se trata del sonido Sinatra, sobradamente comentado en este blog. De ese sonido son directamente responsables músicos como Nelson Riddle, Billy May y de manera especial Count Basie y Quincy Jones, con quienes Sinatra llegó al súmmum de su carrera como vocalista. It might as well be swing de 1964 al que se refiere Taraborrelli, es uno de los mejores ejemplos de ello. Este LP está grabado con la orquesta de Count Basie y los arreglos de Quincy Jones. Lo mismo ocurría con el posterior Sinatra-Basie y con el legendario Sinatra at The Sands que, publicado en 1966, recogía los mejores momentos de la exitosa gira que Frank Sinatra ofreció en Las Vegas junto a Basie y Jones y que recupera la verdadera esencia del cantante sin pasar por el filtro del estudio de grabación. 
Frank Sinatra rodeado por la orquesta de Count Basie, flanqueado por Quincy Jones y el mismo Count Basie
A mediados de los sesenta, la relación de Sinatra con Quincy Jones fue muy estrecha, sobretodo y precisamente, durante sus giras en Las Vegas. La anécdota que sigue procede de una entrevista que Nancy Sinatra hija hizo a Quincy Jones, entrevista que se titulaba Cuando Frank Sinatra hacía de cocinero. El conocimiento de este artículo se lo debo a mi amigo Francisco Machuca, admirador del LP It might as well be swing, del que prefiere, por cierto, el tema I can't stop loving you.



Durante la entrevista de Nancy, Quincy Jones recuerda lo sucedido, mientras preparaba sus arreglos para el disco It might as well be swing: "Recuerdo cuando hice los arreglos del disco de tu padre y Basie. Trabajábamos en los estudios de Warner Bros. Frank estaba en un bungaló y al lado Dean Martin tenía su camerino. Tu padre me puso allí  para que escribiera los arreglos y me pasé un fin de semana trabajando. Me quedé dormido hacia las siete de la mañana del lunes. Hacia los ocho llamaron a la puerta. y era tu papá vestido con un uniforme del ejército, diciéndome, ¿cómo te gustan los huevos?. Fue como despertarme en un sueño, con Sinatra preparándome el desayuno"

Esta es la anécdota. Frank Sinatra estaba vestido para el rodaje de la película El Coronel Von Ryan y por eso se presentó vestido de uniforme. Las tempranas horas en las que Sinatra se despertaba cuando estaba trabajando son famosas y no solo recordadas por Quincy Jones. También Julio Iglesias recordó una anécdota parecida pero esta vez parece que eran las siete de la mañana cuando Frank tocó a su puerta. En cualquier caso, la experiencia culinaria de Sinatra como cocinero bien se debe reducir a estos desayunos o a alguna esporádica receta de pasta heredada de su madre que le gustaba preparar para sus amigos. En su casa de Palm Springs Frank tenía una cocina estupendamente equipada pero, en la práctica del día a día y aunque fuera un auténtico gourmet, el cantante solucionaba su hora de comida con algún raquítico sandwich como muestra esta fotografía tan reveladora:

Volviendo a Quincy Jones, me gustaría destacar esa magia que tenía lugar cuando los dos músicos colaboraban juntos. Totalmente en desacuerdo con el autor J. Randy Taraborrelli, creo que el LP L.A. is my lady, grabado en 1984, es otra buena muestra de ello, además de una acertada acutalización del estilo que ya fuera su sello de identidad en los sesenta, así como una gran reunión de legendarios músicos de jazz que tuvo como resultado un gran trabajo. Y si no veamos, como colofón de esta entrada, un buen ejemplo de lo que puede ocurrir cuando se juntan la voz de Frank Sinatra y la música de Quincy Jones. ¡Estalla la tormenta!