domingo, 7 de abril de 2013

Monstruo sagrado (Terenci Moix sobre Frank Sinatra)


Frank Sinatra era una de las figuras legendarias del "show-bussines". Durante muchos años soñó con igualar la categoría de Bing Crosby, el rey de la canción melódica para los norteamericanos. Indudablemente, Sinatra consiguió superar a su ídolo en el mercado internacional. Con una impresionante discografía a sus espaldas, es hoy un monstruo sagrado, cuya grandeza resulta incuestionable. Nadie osaría discutirle el sobrenombre de "The voice"; ndie puede disputarle su cetro, que mantiene seguro a título vitalicio. Sus distintos amoríos con algunas de las damas más famosas de Hollywood de la edad dorada, y muy especialmente sus siempre turbulentas relaciones con la impar Ava Gardner, le convirtieron en uno de los personajes más agradecidos a la noticia espectacular. Sus presuntas relaciones con la Mafia y sus intervenciones, a menudo oscuras, en una larga lista de importantes negocios secundarios, le granjearon una reputación a veces dudosa, quer algunos biógrafos han pretendido desvelar, sin su consentimiento. Su imagen de hombre poderoso se completa en los años sesenta con la creación de lo que fue llamado "el clan Sinatra", de múltiples ramificaciones en el mundo de la industria discográfica y cinematográfica y que acabó por extenderse al terreno político gracas al matrimonio de uno de sus miembros -el actor Peter Lawford- conuna de las Kennedy. (Otros de los componentes destacados del famoso clan fueron el cantante Sammy Davis Jr. y el actor-cantante Dean Martin. Entre las mujeres se habló de las actrices Angie Dickinson y Shirley MacLaine)

Frank Sinatra y Angie Dickinson
  

Cuando apareció por primera vez en la pantalla, ya era una figura inmensamente popular entre la juventud norteamericana. Las "bobby soxers" le habían convertido en una especie de joven dios y sus conciertos públicos eran acogidos con desmayos, llantos y gritos de histeria (todo esto, quince años antes del fenómeno Elvis Presley)

Debutó en el cine todavía como miembro de la orquesta de Tommy Dorsey, en un título modesto, típico de las necesidades de la época: "Las Vegas nights" (1941), de Ralph Murphy. Siguieron filmes de corte parecido. La suerte del joven vocalista cambió radicalmente cuando la todopoderos M.G.M. se percató de su potencial taquillero, incluyéndolo en uno de sus grandes musicales. Fue "Levando anclas" (1945) de George Sidney.


En 1949 llegó "Un día en Nueva York", la obra maestra cuyos aires innovadores marcarían la pauta del cine musical en los años siguientes.Kelly, Sinatra y Jules Munchin fueron los tres marineros que, durante un día de permiso, conocen a las señoritas Garrett, Vera Ellen y Ann Miller, con los explosivos resultados que todo el mundo recuerda.

Después, la fama cinematográfica de Sinatra fue languideciendo. La falta de contratos era una evidencia brutal. Fue entonces cuando puso los ojos en uno de los papeles del novelón de James Jones "De aquí a la eternidad", que la Columbia se disponía a llevar a la pantalla en 1953 bajo la dirección de Fred Zinneman. Por su creación del soldado Maggio, Sinatra recibió el Oscar de 1955 al mejor actor secundario. Paralelamente, una revisión de sus grandes éxitos musicales en la que a partir de entonces sería conocida como "la edición Capitol" le devolvió a la cúspide. Con esta edición Sinatra borraba de golpe su imagen de "crooner" juvenil para convertirse en figura de primera magnitud. Desde entones no dejaría de asombrar con su creciente madurez. El mismo fenómeno se produjo con su carrera cinematográfica.
Contrariamente a lo que sucedió con otras figuras de Hollywood, para quien el Oscar significó inexplicablemente el ostracismo posterior, para Sinatra resultó providencial a nivel de apreciación crítica. Así lo demostraron los elogios a su siguiente actuación en el "thriller" "Suddenly" (1954), donde era uno de los tres hombres que llegan a una pequeña ciudad -la del título- para asesinar al presidente de los Estados Unidos. La crítica resaltó la autoridad, el poderío y el dominio del nuevo Sinatra.

Respaldado por el prestigio recién adquirido, fue una de las varias estrellas del melodrama clínico "No serás un extraño" (1955), de Stanley Kramer. El título aludía al doctor demasiado humano y, por lo tanto, propenso al error. Una vez más la crítica se deshizo en elogios y hasta se dijo que robaba la película a intérpretes tan acreditados como Olivia de Havilland, Gloria Grahame y Charles Bickford.
Lee Marvin, Frank Sinatra y Robert Mitchum en "No serás un extraño"

Los años sesenta vieron la consagración del "clan Sinatra" en el mundo de la producción. "La cuadrilla de los once" ("Ocean's eleven". 1960) fue el título que inició el asalto y seguramente el mejor de la serie. Siguiendo las modas que dominaban la industria en los inciertos años sesenta, Sinatra se embarcó en distintos episodios bélicos o de simple acción, todos ellos de calidad y éxitos muy variables. Después del cine bélico, Sinatra encontró un nuevo filón en la resurrección de los viejos esquemas del cine negro con títulos como "Hampa dorada" (1967), "La mujer de cemento" (1968) y "El detective" (1968), las tres de Gordon Douglas. La trilogía contribuyó a fomentar una imagen de Sinatra más de acuerdo con los gustos de la nueva generación que, paralelamente, le estaba descubriendo en sus grabaciones clásicas o recientes y en sus escogidísimas presentaciones en público. En 1971, anunció su decisión de retirarse de la canción y del cine, aunque a finales de 1973 fue uno de los presentadores de la antología de musicales Metro "Érase una vez en Hollywood", de Jack Haley Jr.

En los últimos años fue creciendo su fama de "tycoon", que no benefició a su imagen pública. Acaso porque abarcó tantas parcelas del "show-bussines", su anecdotario es riquísimo y tan inagotable como su arte. Seguramente le definen mejor que nadie las palabras de Ava Gardner, la diosa que, a lo largo de los años, continuó siendo el gran amor de su vida. Al referirse a su tormentosa relación, escribe Miss Gardner: "Lo único que hice fue salir a escena... y decir: `Señoras y señores, yo no puedo hacer nada, pero sí puedo presentar a un hombre maravilloso. Yo también soy una gran fan suya. Mi marido, ¡Frank Sinatra!'... Entonces Frank cantó "The birth of the blues" y "The house I live in", y recibió una auténtica ovación. ¨´Este era el hombre al que yo amaba"


Este texto apareció el sábado 16 de mayo de 1998 en el diario ABC y es un acertado acercamiento a la figura de Frank Sinatra. Esta escrito por Terenci Moix.

Ahora les dejo con el concierto completo de Frank Sinatra en el Royal Albert Hall (1970)