domingo, 30 de octubre de 2011

When you're smilin' (Frank Sinatra. Octubre 1950)


Creo que Sinatra estará siempre presente como un referente musical permanente del siglo XX. Desde luego, si contamos con la blogosfera, Frank Sinatra está cada día más de moda y así lo podemos encontrar en este texto de Francisco Machuca o también en los pasadizos del loser de Juan Herrezuelo. Por supuesto, también hay que mencionar el rincón del Rat Pack de Javier Márquez y el Ol' blue eyes is back de Silvia. Me alegra ver que Sinatra no sólo es utilizado en bandas sonoras de películas romanticonas a las que se les quiere dar un toque de clase o como objeto de imitación, tal y cómo ocurrió en el programa Tu cara me suena de Antena 3 donde Santiago Segura intentó cantar sin éxito I've got you under my skin. Frank Sinatra, como digo, siempre estará presente en la historia de la música. En octubre de 1950 se publicó el LP de diez pulgadas Sing and dance with Frank Sinatra con nuevas grabaciones del, por aquel momento, ídolo de masas de 35 años de edad donde se incluían Lover, It's only a paper moon, My blue heaven, It all depends on you, You do something to me, Should I ?, The Continental y la que veremos a continuación, la alegre When you're smiling. Si bien es verdad que, a partir de este LP, Sinatra viviría su peor momento en la industria musical y cinematográfica cayendo por completo en el olvido hasta que llegó De aquí a la eternidad.

Frank Sinatra - When You' re Smiling por kamatrikero

Portada "Sing and dance with Frank Sinatra" publicado en octubre de 1950
Sin duda, uno de los mejores LPs que se pueden rescatar de Frank Sinatra.

Por cierto, por si se perdieron la imitación de Santiago Segura, en la página oficial de Antena 3 aparece: aquí Al menos han tenido la decencia de colgar la versión original a la derecha del video.

domingo, 23 de octubre de 2011

Un tipo de cuidado (por Juan Herrezuelo)

Frank Sinatra, caricaturizado por Juan Herrezuelo

El escritor Juan Herrezuelo, autor de Pasadizos, El veneno de la fatiga o Desde el lugar donde me oculto me ha enviado, a petición mía, un texto titulado Un tipo de cuidado. Esta entrada está encabezada por una muy acertada caricatura que Juan realizó sobre Frank Sinatra


UN TIPO DE CUIDADO

Acodado en la barra de un bar elegante, Dave Hirsh, el personaje que Frank Sinatra interpreta en la película Como un torrente, de 1958, intenta explicar por qué ha abandonado la literatura: “Un poco de talento en un escritor es como un poco de talento en un cirujano del cerebro”. La refinada intelectual que está su lado le recuerda que hay dos libros suyos en la biblioteca de la ciudad, y Dave responde que le reportaron exactamente cuarenta y ocho dólares. “Supongo que también alguna satisfacción”, dice ella. “”, responde él, “por valor de cuarenta y ocho dólares”. 
Duros pero sentimentales, aficionados ambos al juego, la bebida y las mujeres, Hirsh y Sinatra difieren sin embargo en algo esencial: Sinatra nunca dudó de su talento. Hubo una época oscura, es cierto, a comienzos de los cincuenta, cuando después de una década gloriosa todo parecía indicar que su estrella como cantante y actor estaba condenada a apagarse, pero fue precisamente la seguridad en sí mismo, su correosa tenacidad (y la proverbial intervención de Ava Gardner entre bastidores, claro está) lo que hizo posible una de las resurrecciones artísticas más legendarias del mundo del espectáculo. Su premiada interpretación del soldado Angelo Maggio en De aquí a la eternidad (1953), papel por el que peleó duramente sabiéndose en el filo del olvido, supuso un nuevo y definitivo impulso a su carrera. El resto ya forma parte de la Historia.
El secreto de la permanente admiración que despierta Sinatra, hoy como ayer, radica tanto en sus privilegiadas dotes vocales como en un magnetismo que resulta del todo inaccesible para quien ha tenido la tentación de imitar su estilo. Cuando canta, Sinatra dialoga, se sincera, seduce, pero al mismo tiempo te deja intuir que en todo ello hay una irresistible mezcla de franqueza y bribonería: tres ejemplos de su intensa capacidad de seducción: el You’re Awful con que obsequia de manera deliciosamente equívoca a Betty Garrett en lo alto del Empire State (Un día en Nueva York, 1949); ese You’re Sensational dirigido a una aturdida Grace Kelly que, a punto de convertirse en princesa de Mónaco, desliza sus dedos por el borde de la copa de champán con distraída sensualidad (Alta sociedad, 1956); y mi número favorito, una provocadora osadía al más puro estilo Sinatra para hacerle saber a Rita Hayworth, con el local ya cerrado, que The Lady is a Tramp, (Pal Joey, 1957). 
Sus facultades naturales como actor, sin duda alguna las más notables que haya poseído cantante alguno, determinan que cuando en su caso hablamos de “interpretar” unas canciones lo hagamos en el más amplio y persuasivo sentido del término: nos muestra, sin aparente esfuerzo, desde la candidez del joven romántico al implacable atrevimiento del conquistador y el granuja, de la melancolía que nace en el desengaño y la derrota al  cinismo de quien está de vuelta de todo. Éste es, posiblemente, el secreto de su universalidad más allá del hecho de que se trate de una música esencialmente norteamericana y de unas historias cantadas en un idioma que no conocemos: el instrumento lleno de matices que es su voz y la expresividad con que lo hace sonar propician idéntica complicidad en cualquier cultura. “Era el Mozart de la música popular”, dijo Pavarotti a su muerte. Es decir: no se puede ni se podrá alcanzar mayor altura en su estilo.
Recolocándose decididamente el gorrito de marinero sobre la frente mientras espera que la chica abra la puerta; ensayando con aceitunas una jugada de dados en la barra de un bar de Honolulu, borracho y sin que parezca importarle haber abandonado la guardia en el cuartel; tiritando horriblemente en lo más duro de un mono de heroína; organizando timbas clandestinas en los salones del Ejército de Salvación; esperando, con un rifle de mira telescópica montado en la ventana, la llegada del Presidente a la estación de un pequeño pueblo; caminando resignadamente por una calle de Las Vegas, acompañado de todo el clan, tras haber asistido a la incineración del botín obtenido en un golpe perfecto; intentando torpemente encender un cigarrillo en un vagón de tren mientras, con el rostro empapado de un sudor frío, intenta comprender qué significa esa sospecha de que algo ocurrió en Corea cuando él y sus hombres fueron hechos prisioneros, algo terrible que sin embargo no alcanza a recordar... Sinatra es creíble en todos sus papeles sin necesidad de convertirse en el personaje ni metabolizar sus más profundas (y ficticias) motivaciones. No. Sinatra acoge al personaje en su pellejo e intuitivamente le hace moverse en la historia.
¿Un vividor? Seguro que sí, y una parte de su atractivo se debe a ello (“Sólo se vive una vez, y del modo en que yo vivo, una vez es suficiente”, dijo. ¿Quién podría suscribir una afirmación como ésta? ). Pero no cabe la menor duda de que era un profesional que se tomaba su carrera en serio: grabó entre mil doscientas y mil trescientas canciones, intervino en casi cincuenta películas y dio un número presumiblemente muy elevado de conciertos. ¿Se divirtió haciéndolo? Apuesto a que la mayor parte de las veces, pero eso no significa que no se tratase de trabajo. Y por si alguien pensaba que la suya era una vida en la que cualquiera podía hurgar a su antojo, en su casa de Palm Springs colocó un letrero que decía lo siguiente: “No hagan caso del perro. Cuidado con el amo”. Yo no me hubiera tomado a la ligera la advertencia.

Juan Herrezuelo


sábado, 8 de octubre de 2011

Frank Sinatra en el cine: Young at heart (Gordon Douglas. 1954)

Frank Sinatra como Barnie Sloan en Young at heart

Pasa desapercibido y sin duda, el papel que Frank Sinatra realiza para el musical Young at heart, como el atormentado compositor Barnie Sloan, es más que loable. Young at heart es un remake de Four daughters (Michael Curtiz. 1938) y puede considerarse dentro del género melodramático. Alex Burke (Gig Young) es un apuesto compositor que llega a la casa de la familia Tuttle para terminar de arreglar una obra teatral donde participará cada miembro de la familia, siempre muy ligados con la música. Las tres hijas Tuttle se enamoran de Burke pero Laurie (Doris Day) es la que acaba comprometiéndose con él. Burke necesita ayuda para terminar algunos arreglos musicales de la obra y en consecuencia, llama a su viejo amigo Barnie Sloan (Frank Sinatra) quien  también recala en casa de los Tuttle. Sloan es un hombre atormentado al que, según cree firmemente, el cielo se la tiene jurada y por eso la mala suerte es la tónica constante de su mediocre vida. Apenas tiene trabajo, no tiene dinero y el único encargo que ha recibido en los últimos años ha sido el de su amigo Alex Burke. He aquí que el personaje de Sinatra se las ingenia para coneguir que Laurie Tuttle rompa su compromiso con Burke y termine contrayendo matrimonio, más por lástima que por otro motivo, con él. Pero, a pesar de haber conseguido casarse con Laurie, Barnie no se considera digno de ella ni se siente seguro de poder hacerla feliz. Es así, como en una navideña noche de nieve, decide intentar quitarse la vida interrumpiendo el funcionamiento del parabrisas y acelerando en la carretera. Pero aquí no termina la película. Para averiguar el final será más conveniente su visionado.
Laurie Tuttle (Doris Day) y Barnie Sloan (Frank Sinatra)
¿Lo mejor de la película? Sin duda, las canciones. En 1954 Frank Sinatra goza probablemente del mejor momento de su carrera musical y de la mejor voz. En la película canta una versión previa a la que grabó con Capitol tres años después del tema One for my baby, otra versión alternativa de Just one of those things, Someone to watch over me y por supuesto nos deleita con el tema principal compuesto por Johnny Richards y Carolyn Leigh titulado Young at heart, todo un éxito de su etapa Capitol. También cabe destacar de esta película la interpretación de Ethel Barrymore (como siempre, estupenda) como la tía Jessie y de Dorothy Malone en el papel de la hermana mediana, Fran Tuttle.
A continuación, algunas de las canciones que suenan en la película. En algunas canciones sólo puedo poner enlace por poseer copyright

Just one of those things:


You, my love

Trailer:


Young at heart cantada en 1965:


Someone to watch over me (1978)

sábado, 1 de octubre de 2011

We'll be together again, Frank Sinatra para una de estas noches

Frank Sinatra circa 1956

Una de mis baladas favoritas, una de esas nocturnas, con premeditación y alevosía, en la discografía de Frank Sinatra está incluída paradójicamente en uno de sus álbumes que contiene el swing más explosivo, el Songs for swingin' lovers. La canción We'll be together again, compuesta por Fischer y Laine, fue grabada el 16 de enero de 1956 con la orquesta de Nelson Riddle que también acompaña a Sinatra en esta espléndida actuación del mismo año 1956. Disfrútenla, si puedes ser, de madrugada: